Sobre las sinergias entre la Cirugía, la Anestesiología y la Nutrición

Inicio > Del Editor > Editoriales anteriores > Editorial 17 Mayo 2021

Este título identifica al recién publicado suplemento de la RCAN Revista Cubana de Alimentación y Nutrición, y que contiene las ponencias y las transacciones de dos talleres auspiciados por distintas sociedades, entre ellas la Sociedad Cubana de Nutrición Clínica y Metabolismo (SCNCM) y la Sociedad Cubana de Ginecología y Obstetricia (SCOG), sobre la implementación de los protocolos ERAS/ACERTO en la actividad quirúrgica general y especializada; y que se celebraron respectivamente en los años 2018 y 2020 [1]. En virtud de tal, y como un valor agregado, este suplemento explora las asociaciones entre dos especialidades médicas aparentemente dispares como la Nutrición y la Anestesia.

Como siempre ocurre en las Ciencias médicas, las separaciones entre los campos de los conocimientos médicos son más bien artificiales, por cuanto ignoran las necesarias interrelaciones que sostienen órganos, tejidos y sistemas en aras de asegurar la homeostasis. Sin embargo, la Anestesia siempre fue vista como la ciencia de proveer alivio al dolor, y con ello, hacer posible la realización segura de procederes como la Cirugía. Por su parte, la Nutrición era reducida a las meras técnicas a emplear para suministrar nutrientes (sean éstos vehiculados mediante alimentos o soluciones industriales químicamente definidas) a los pacientes que muestren deficiencias nutricionales y/o estados alterados de utilización y disposición de los nutrientes. Tal reduccionismo condujo incluso a la confrontación entre estas especialidades, y a los fines de garantizar el éxito anestésico (como parte de un proceder quirúrgico electivo) el paciente era colocado en régimen de “Nada por la boca” 12 horas antes del acto quirúrgico, y durante otras 72 horas adicionales tras el completamiento de la cirugía “hasta que expulse heces o gases”.

No más. En los últimos años las especialidades de la Cirugía y la Anestesiología han sido objeto de una reingeniería total en aras de asegurar el tránsito más rápido y seguro del paciente por todas las etapas del acto operatorio. Como resultado inmediato, todas las prácticas mencionadas más arriba (y otras que durante mucho tiempo fueron asumidas como propias de la forma de hacer de estas especialidades) han sido revisadas, intervenidas y superadas. De hecho, hoy es aceptable la ingestión de bebidas azucaradas hasta 2 horas antes del acto quirúrgico, sin mencionar la reapertura “precoz” de la vía oral concluido el acto quirúrgico. Ya se tienen las primeras evidencias del impacto de estas nuevas prácticas en la evolución postoperatoria del paciente y la gestión hospitalaria.

Llegado este punto, debo decir que los postulados de los protocolos ERAS (del inglés “Enhanced Recovery After Surgery” por “Recuperación Aumentada después de la Cirugía”) y ACERTO (del portugués “Acelerando la Recuperación Total Postoperatoria”) contienen  puntos comunes con un programa de intervención alimentaria, nutrimental y metabólica (reconocido en la literatura como PRINUMA) que fue implementado en el Hospital Clínico quirúrgico “Hermanos Ameijeiras” (La Habana, Cuba) en los finales de los 1990s por el Grupo de Apoyo Nutricional allí constituido [2]-[3]. De acuerdo con el PRINUMA, todo paciente que fuera sujeto de cirugía debería ser evaluado integralmente (con énfasis como es natural en el aspecto nutricional), su respuesta a la cirugía maximizada, y la recuperación postoperatoria acelerada mediante la reanudación de la alimentación por vía oral tan pronto como fuera posible, y lo permitiera el estado clínico, metabólico y humoral del mismo. Junto con estas acciones, el PRINUMA ofrecía recursos y herramientas para el registro sistemático de eventos e incidencias, y su transformación en evidencias e impactos [4]. Es entonces solo satisfactorio que la conducción de un PRINUMA hospitalario haya creado las bases metodológicas y programáticas para la asimilación por parte de la institución de salud de los postulados de los que después serían los protocolos ERAS/ACERTO.

La adopción de los protocolos ERAS/ACERTO significaría beneficios de todo tipo para los involucrados en la actividad quirúrgica y anestésica, entre ellos, los equipos básicos de trabajo, la institución hospitalaria, la economía sanitaria y, lo que es más importante, el paciente y sus familiares. Como todo cambio cultural, la implementación de los mismos implicará la educación permanente y la capacitación continua, y la supervisión constante de los puntos críticos de los procederes quirúrgicos a fin de garantizar la realización de los objetivos propuestos.

Espero que les sea útil.

Con mis mejores afectos,

Dr. Sergio Santana Porbén
El Editor