Del inicio del Curso escolar 2010 – 2011 y la nueva Licenciatura en Nutrición

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Retomo la Columna, después de un hiato de varios meses ocasionado por, entre otras muchas razones, la atención que le estoy brindando a la Revista Cubana de Alimentación y Nutrición en su reapertura. Para satisfacción de los nutricionistas cubanos (y de otras latitudes), la Revista ya ha sido incorporada al Registro Nacional de Publicaciones Seriadas de la República de Cuba, se le ha avalado el número ISSN del que había gozado en su previa vida, y muy pronto volverá a circular (aunque limitadamente) en papel.

Pero no es sobre la Revista que me toca hablar hoy. Estamos iniciando un nuevo curso escolar, y la ocasión es propicia para discurrir sobre el destino que ha tenido la Licenciatura en Nutrición en nuestro país, y su tránsito actual hacia una forma superior de impartición, ahora como una carrera universitaria plena. Esta aseveración no debe inducir a confusión al lector de estas líneas.

Muchos recordarán que hace apenas 10 años no existía posibilidad alguna de graduar en Cuba nutricionistas con nivel universitario. En ese aspecto, el país estaba en desventaja con el resto de la América Latina, en donde la carrera de nutricionista tiene un prestigio bien ganado. Siempre fue una aspiración de la comunidad nuestra de nutricionistas la equiparación de los profesionales nuestros con otros dedicados a la disciplina en términos de formación docente.

En atención a estos ruegos, y también como respuesta a las necesidades del Sistema de salud del país, puesto frente a frente con nuevas realidades demográficas y asistenciales, en el año 2003 se abrió la Licenciatura en Nutrición y Dietética, en ese momento como un perfil más de salida de las Tecnologías en Salud: opción orientada a ofrecerle al técnico medio del sector la posibilidad de culminar estudios universitarios, y de esta manera, homologarse con los colegas de otras regiones. La apertura de la Licenciatura en Nutrición y Dietética también ha servido para dotar de personal calificado a los departamentos hospitalarios de Dietética, necesitados de darle un vuelco al proceso de la prescripción dietética, a fin de despojarlo de los lastres administrativos que todavía lo permean, y que ha hecho engorroso la preparación, servido y consumo de alimentos en un entorno hospitalario (¿cómo explicar entonces la pervivencia de figuras como “dieta reforzada” o “dieta con doble proteína”, por citar solo 2 ejemplos?), y de esta manera, ofrecerle un mejor cuidado alimentario al enfermo.

Ahora, y como natural consecuencia del reacomodo de la sociedad cubana a las nuevas realidades impuestas por el devenir económico y financiero global, las Tecnologías en Salud se han reestructurado, remodelado, y compactado. Como nota ilustrativa, 11 de los perfiles que las componían originariamente fueron integrados en otros afines, y los programas respectivos adecuados con los nuevos diseños.

Pero fue para todos de una gran satisfacción el que se reconociera la singularidad de la Licenciatura en Nutrición y Dietética como una entidad completamente diferente de la homóloga en Ciencias de los Alimentos que oferta el IFAL Instituto de Farmacia y Alimentos de la UH Universidad de La Habana. A la conclusión de una ardua discusión e intercambio entre especialistas de numerosas disciplinas (y debo decir que la Sociedad Cubana de Nutrición Clínica y Metabolismo jugó un significativo papel), hoy la Nutrición y Dietética ha transitado finalmente de un perfil más de salida de las Tecnologías en Salud hacia una carrera universitaria plena y propia, con todo lo que eso significa.

No obstante lo alcanzado, esto no es más que otro hito en nuestro camino. El éxito vendrá cuando se comprenda que el nutricionista es el agente de cambio más importante en la provisión de cuidados alimentarios y nutricionales al enfermo, y los primeros graduados de la nueva Licenciatura pongan en juego sus habilidades, conocimientos, y pericia para asegurarle al enfermo la alimentación que requiere para recomponer su estado de salud.

Espero que les sea útil.

Con mis mejores afectos,

Dr. Sergio Santana Porbén.
El Editor.