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Inicio > Del Editor > Editoriales anteriores > Editorial 5 Noviembre 2018

 

Concluyó el XVI Congreso Latinoamericano de Terapia Nutricional, Nutrición Clínica y Metabolismo que, auspiciado por la FELANPE. se celebró en el ExpoCentro de la bella y cálida ciudad mexicana de Guadalajara. Y tengo la (grata) tarea de reseñarlo para ustedes, los lectores.

El impacto de un Congreso tal pudiera se pudiera medir de las estadísticas y números: más de 2,000 delegados venidos de todos los países de América Latina, más de 100 profesores y expositores que tuvieron a su cargo un programa científico de 3 dias de sesiones y 6 salones de conferencias (cada uno con más de 200 asientos de aforo), y una feria expositiva donde concurrieron empresas y laboratorios, editoriales, sociedades médicas y universidades. Todo ello pudiera servir para calificar al XVI Congreso FELANPE como un verdadero megaevento.

Pero el impacto del XVI Congreso FELANPE pudiera medirse de otra manera, como la huella humana y afectiva que deja en todos los asistentes.Y tal vez éste sea el impacto (sutil e intangible, pero a la vez duradero e imperecedero) de estos congresos: el deseo de conocer la realidad del otro, el deseo de compartir e intercambiar experiencias y saberes, la realización de que al final de muchas cosas superfluas y banales, nos une la misma pasión de aprender, de trabajar, de aplicar lo aprendido en el mejor cuidado de nuestros pacientes, de transmitir nuestros saberes y experiencias a nuestros alumnos, los que un día no tan lejano ocuparán nuestros puestos.

La Sociedad Cubana de Nutrición Clínica y Metabolismo fue muy afortunada en poder participar tanto en calidad de invitada, delegada y representante, así como expositora y conferencista también. Pero para la Sociedad la presencia en este Congreso tuvo otro cariz, igualmente gratificante. Nuestra Sociedad, y con ella (y a través de ella) los nutricionistas cubanos, fuimos exaltados como un ejemplo de resiliencia, de trabajo sacrificado y altruista, de entrega, compromiso y dedicación.

Para muchos, estos valores son reliquias del pasado, y los que (todavía) los sostenemos meros ingenuos que desaprovechamos oportunidades para obtener a cambio recompensas y compensaciones. Otros irán más lejos, y afirmarán que los cubanos no tenemos otro remedio que ser así, en virtud de cómo las cosas se han alineado. Y todo eso podría ser cierto. Sin embargo, el eterno rebelde que siempre anidará en mí me hace suscribir aquella (genial) frase de nuestro (y de todos) José Martí: “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”. En definitiva, se nos ha de recordar por nuestro legado, por la marca que dejemos en nuestros enfermos y nuestros alumnos. Y eso es lo único que es valioso aún en este mundo (post)moderno.

Y confieso que me calaron hondo (y la emoción me anudó la garganta, y tuve que aflojarme la corbata) las palabras del Dr. Humberto Arenas cuando, a salón lleno en el día inaugural, agradeció a Cuba y a los cubanos por haberlo hecho un buen médico y un mejor ser humano. Y, mal que le pese a los cínicos, estas palabras no tienen valor porque fueron dichas con (y desde) el corazón.

 

Espero que les sea útil.

Con mis mejores afectos,

Dr. Sergio Santana Porbén.
El Editor.

Lunes, 5 de Noviembre del 2018.