(Antes y) Después del tránsito entre los dos años

 Inicio > Del Editor > Editoriales anteriores > Editorial 11 de Enero del 2012

 

Hemos despedido el año 2011. De hecho, les escribo cuando ya ha transcurrido la primera semana del Nuevo 2012, y es una realidad ineludible que debemos volver a nuestras tareas cotidianas. Aprovecho entonces para hacer el consabido balance del Año Viejo, y trazar las metas para el Nuevo Año.

En lo que me toca, he sentido que el 2011 realmente se me ha escapado de las manos. Fue un año muy intenso, de Enero a Diciembre, con numerosos compromisos editoriales que se me habían atrasado, y que debía cerrar sin más dilación; la administración de la Revista Cubana de Alimentación y Nutrición, que sigue siendo una obra de amor y responsabilidad, pero que consume cantidades ingentes de tiempo y energía humana; y sobre todas las cosas, la organización y celebración del VI Congreso nuestro de Nutrición Clínica y Metabolismo. Ahora, guardando la distancia necesaria, puedo comprobar que he honrado todos estos compromisos, y la mesa de trabajo ha quedado limpia para otros emprendimientos no menos ambiciosos y necesarios.

No me equivoco al catalogar al 2011 como un año de transiciones y cambios, pero no en el sentido que hubiéramos querido. Confirmando previsiones hechas, hemos asistido a un proceso de irracionalización sobre el lugar de los nutricionistas dentro de los cuidados generales de salud. Este proceso ha desembocado en la práctica de negar espacios al nutricionista dentro del Sistema de Salud, y subordinarlo a las Direcciones de Higiene y Epidemiología. Se constataron casos absurdos de nutricionistas volcados en las campañas antivectoriales conducidas en sus áreas de desempeño. Por otro lado, también se puso en solfa (que es una expresión alambicada para decir lo mismo que “negar”) el papel de los Licenciados en Enfermería dentro de los procesos de cuidados alimentarios y nutricionales al enfermo, y mucha(o)s de ella(o)s fueron retirada(o)s de los grupos hospitalarios de apoyo nutricional donde actuaban, y reubicada(o)s en otras tareas sin relación alguna con la práctica nutricional. Y por si fuera poco, hasta el papel de los grupos de apoyo nutricional en los entornos hospitalario y comunitario fue puesto en duda.

Pero la realidad es terca. La desnutrición continúa siendo un componente importante del cortejo sintomático de la enfermedad en un país en el que las afecciones neoplásicas y oncohematológicas han desplazado a las cardio- y cerebrovasculares del cuadro de morbimortalidad de 8 de las 15 provincias. La desnutrición afecta la capacidad de enfrentamiento del paciente a la enfermedad, y la respuesta al tratamiento médico-quirúrgico, y encarece geométricamente los costos de las prestaciones de salud. Es más: existen enfermos de todas las edades que viven en la comunidad con necesidades no identificadas, y por lo tanto, insatisfechas, de apoyo nutricional. Y si alguien pusiera en duda esta afirmación, le mencionara, sin intención de agotar una lista bastante extensa, a los nefrópatas en diálisis, los que aguardan por un trasplante de órgano, los niños (e incluso adolescentes) que sufren de parálisis cerebral infantil, los que reciben tratamiento antineoplásico ambulatorio, los ancianos aquejados de mal de Parkinson, enfermedad de Alzheimer y otras discapacidades invalidantes, los que evolucionan con las secuelas de politraumatismo después de accidentes de tránsito, y así ad infinitum.

Un Taller celebrado en 2 sesiones diferentes del 2011, y donde participaron expertos y profesionales de todo el país, trató de introducir cordura y racionalidad en el escenario, pero constituyó un esfuerzo aislado cuando se necesita, no solo reparar el daño causado, sino también reconocer finalmente que el estado nutricional del individuo es la expresión más concentrada de su estado de salud, y si no nos ocupamos integral, sistemática y coherentemente de la nutrición de nuestros enfermos, poco podremos hacer para mejorar el corriente cuadro nacional de salud.

No obstante, me vienen a mi mente y mis labios la canción de la inmortal Negra Sosa: “No todo está perdido/Yo vengo a ofrecer mi corazón…”. La permanencia de la Revista Cubana de Alimentación y Nutrición, que ya incorpora en número creciente las contribuciones de nutricionistas que se desempeñan fuera de La Habana, así como trabajos de otras latitudes (en un momento en que el mundo editorial dedicado en la región a las ciencias de la Alimentación y la Nutrición se encuentra sensiblemente deprimido); la aparición de nuevas caras en la Sociedad Cubana de Nutrición Clínica y Metabolismo con muchos deseos de trabajar; la propia celebración contra mil y un obstáculos imposibles de nuestro VI Congreso; y la pronta publicación de sendos libros sobre la actuación nutricional en los cuidados críticos y la Antropometría hospitalaria, respectivamente; indican nuestras fortalezas, y la convicción de dar vuelta al presente estado de las cosas.

Hemos avanzado mucho, pero aún nos falta mucho por hacer. Es más: apenas estamos en el umbral de lo que tenemos que lograr como nutricionistas y como Sociedad. Pero no desmayemos en nuestros esfuerzos, y propongámonos ser cada día mejores en nuestro trabajo, solo por el bien de nuestros enfermos, quienes son los destinatarios finales de nuestras actuaciones.

Espero que les sea útil.

Con mis mejores afectos,

Dr. Sergio Santana Porbén.
El Editor.

¡FELIZ NAVIDAD PARA TODOS EN ESTE 2011, Y UN MEJOR Y VENTUROSO AÑO NUEVO 2012!