Algunas reflexiones personales sobre el estado actual de los cuidados nutricionales en los hospitales cubanos

Inicio > Del Editor > Editoriales anteriores > Editorial 13 Noviembre 2006

 

Después de varios meses de inactividad editorial forzosa, regreso con una visión personal de las posibles causas del estado actual de los cuidados nutricionales en los hospitales cubanos. Les pido disculpas a mis fieles seguidores por una ausencia tan prolongada. Asimismo, aprovecho el espacio de esta Columna para agradecer a todos mis amigos y hermanos el apoyo brindado para asegurar la continuidad de este empeño digital. Sin exageración les digo que el Sitio de la Sociedad Cubana de Nutrición Clínica es un milagro del amor, la generosidad y el desinterés.

Entrando entonces en materia. Los resultados de la Encuesta Cubana de Desnutrición Hospitalaria han revelado que la desnutrición hospitalaria es un problema de salud que no recibe el reconocimiento que se merece, dadas las consecuencias negativas, desde todo punto de vista, de la misma. Lo que es más llamativo es que la misma situación se observa en diferentes latitudes, sin importar el desarrollo económico del país (o región), o la forma de provisión de los servicios médicos (privados/públicos).

En uno de los artículos publicados recientemente por el Grupo Cubano de Estudio de la Desnutrición Hospitalaria se ofrecía un modelo para la comprensión de este fenómeno [1]. Según el mismo, el presente estado de cosas sería la resultante de la acción de factores económicos, educacionales, organizativos, administrativos y políticos interactuando entre sí de forma caótica. Sin embargo, después de una (re)lectura desprejuiciada, pienso que en el fondo de esta situación subyace un importante determinante cultural. Paso a explicarme.

Por su propia definición, el estado nutricional de un individuo es la expresión más concentrada de su estado de salud. Mientras esté bien nutrido, el sujeto estará sano. Luego, y por propia definición, la evaluación del estado nutricional de una persona es una indagación profunda en los numerosos predictores que eventualmente determinan un estado de composición corporal compatible con la autonomía y el validismo a largo plazo (una forma de entender el estado de salud).

Como se comprenderá inmediatamente, la evaluación del estado nutricional es un ejercicio eminentemente clínico, y tal vez sea el último remanente de la Escuela Médica Francesa clásica. No existe, hasta el momento (y no ocurrirá nunca, por lo menos, eso es lo que pienso yo), un aparato (o “nutriciómetro”) que nos diga, en segundos o minutos contados (como lo hace un glucosímetro, un aparato de ultrasonido, o un equipo de TAC/RMN), cuál es el estado nutricional del paciente que tenemos delante en la consulta (o acostado en la cama). En su lugar, debemos recurrir a las viejas (pero a la vez tan eficaces) técnicas del Interrogatorio y el Examen físico, a fin de poder emitir un dictamen nutricional. Este dictamen debe ir acompañado obligatoriamente de los resultados de complementarios analíticos pertinentes que muestren la integridad de los distintos compartimentos corporales.

¿Por qué entonces es tan difícil reconocer la desnutrición en nuestros pacientes? Porque la evaluación nutricional demanda tiempo y dedicación: significa dedicarle tiempo al paciente para poder indagar concienzudamente en los diferentes determinantes del estado nutricional que habíamos mencionado anteriormente, observarlo en otros momentos posteriores para obtener una imagen lo más completa posible de su estado clínico actual, implica obtener resultados de examenes complementarios especializados, en fin, tratarlo como si fuera un sujeto único. Pero tenemos que tratar en el transcurso del día a una cantidad tal de “sujetos únicos”, en el contexto de una Medicina industrializada, que se nos hace imposible detenernos en cuestiones tan trascendentales. Impulsados por una demanda incontrolada de asistencia médica (hay que recordar que las poblaciones están envejeciendo rápidamente, que los hábitos tóxicos y las adicciones aumentan a un ritmo vertiginoso, que la Obesidad es rampante, y que los estilos riesgosos de vida son la norma que no la excepción), y ante administrativos y directivos que nos compulsan a atender una cuota mayor de enfermos en la unidad de tiempo, no queda entonces más remedio que tratar a los pacientes como piezas en una cadena de distribución, remediar los síntomas más llamativos, y dejar para otro momento (si es que llega a presentarse) consideraciones mayores sobre la interrelación entre el estado de salud y la Nutrición, entendida en su sentido más amplio.

Por todo lo anteriormente expuesto es que creo que hasta que no cambiemos la forma en que se practica la Medicina a escala global, la desnutrición hospitalaria seguirá siendo el problema de salud en que se ha convertido, y las opciones de intervención seguirán siendo mínimas, y su efectividad limitada, mientras no reconciliemos una práctica médica menos industrializada con el reconocimiento del derecho que tiene el enfermo de recibir un trato más humano.

Espero que les sea útil.

Con mis mejores afectos,

Dr. Sergio Santana Porbén.
El Editor.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

[1] Porbén SS. The state of the provision of nutritional care to hospitalized patients- Results from the Elan-Cuba Study. Clinical Nutrition 2006;25(6):1015-1029