Inicio > Del Editor > Editoriales anteriores > Editorial 25 de Noviembre del 2016
En días pasados, y con motivo de la graduación anual de los técnicos medio en Dietética, fui consultado sobre la letra del discurso de los nuevos graduados. Me complació no solo todo lo que leí, sino que además le prometí a estos nuevos técnicos que reproduciría su discurso en este espacio.
Compromisos impostergables me han hecho diferir mi promesa hasta este instante en que redacto estas líneas En el entretiempo, colegas míos y organizaciones corresponsales de las que participo me han pedido que discurra sobre cómo involucrar a las jóvenes generaciones de nutricionistas en los espacios corrientes de pensamiento y actuación en Nutrición clínica y hospitalaria y Terapia nutricional. Aprovecho, pues, esta oportunidad para compartir con ustedes estas consideraciones.
Siempre he dicho que el ser humano tiende (naturalmente, hay que admitirlo) a aceptar que el orden de las cosas es eterno, inamovible e inmutable, y que el presente que disfrutamos se nos ha dado desde siempre. Pero ésta es una percepción engañosa, sobre todo en unas disciplinas como la Terapia nutricional y la Nutrición artificial, que han experimentado un desarrollo teórico y tecnológico sin precedentes en apenas el ciclo vital de una generación. En sus inicios, no contábamos con la extraordinaria variedad de nutrientes enterales que es inmediata hoy en día, y la Nutrición parenteral se administraba por gravedad en botellas por separado. No deba extrañarnos entonces que las complicaciones observadas en aquellos tiempos primigenios hayan moldeado los mitos que todavía tiñen a esta terapia. Muchos de mis profesores compusieron las primeras bolsas magistrales en un salón de operaciones al final de un día de trabajo, que era cuando podían disponer de él.
“In the old days” no existían las sociedades regionales | globales de nutricionistas en las cuales hoy nos insertamos y actuamos, y por extensión, tampoco se celebraban los congresos de nuestras especialidades que en la actualidad pueden atraer centenares y hasta miles de delegados. De hecho, ni siquiera nuestras especialidades habían sido definidas teórica- y programáticamente. Igualmente, no estaban creados los canales para la diseminación y gestión de las experiencias reunidas por los nutricionistas de aquellas épocas.
Todo lo que vemos hoy ha sido construido en los últimos 40 años, muchas veces a golpe de ensayos y errores. Solo en 1974 se condujo la primera encuesta de desnutrición en un hospital docente comunitario de los EEUU. Apenas al año siguiente (1975) se fundaba la ASPEN (del inglés Sociedad Norteamericana de Nutrición Parenteral y Enteral). En 1977 aparecía el primer número de la Journal of Parenteral and Enteral Nutrition y se celebraba el primer congreso ASPEN: antecesor de las hoy reconocidas Clinical Nutrition Week (o sus siglas CNW).
En nuestra región fue en 1996 que se completó en Brasil el Estudio IBRANUTRI para revelar la desnutrición en los hospitales públicos del país. Ya en 1999-2001 se realizó el primer Estudio ELAN Latinoamericano de Desnutrición Hospitalaria en 13 países de la región. La FELANPE (siglas que identificaban primeramente a la Federación Latinoamericana de Nutrición Parenteral y Enteral para después denominarla más apropiadamente como la Federación Latinoamericana de Nutrición Clínica y Hospitalaria, Terapia Nutricional y Metabolismo) había sido fundada en 1988 en la ciudad de Curitibá, Estado del Paraná (Brasil). El Primer Congreso Latinoamericano de Nutrición Parenteral y Enteral se había celebrado recién en la ciudad de Caracas (Venezuela) en el año 1987.
En nuestro país, la SCNCM Sociedad Cubana de Nutrición Clínica y Metabolismo comenzó en 1999 como un capítulo dedicado a la Nutrición dentro de la Sociedad Cubana de Medicina Interna. Solo fue después de 10 años que se le reconoció su personería jurídica dentro del sistema de asociaciones civiles del Ministerio cubano de Justicia. En el bienio 2001-2003 completamos el primer Estudio Cubano de Desnutrición Hospitalaria: un esfuerzo investigativo, metodológico y editorial sin precedentes hasta hoy en el país. En el 2007 se rescató la RCAN Revista Cubana de Alimentación y Nutrición. Nuestra Sociedad organizó el IX Congreso Latinoamericano de las especialidades en el 2003, que atrajo a más de 800 delegados de casi todo el mundo. En el 2005, gracias a la acción concertada de varias entidades, entre ellas la Junta directiva de la SCNCM, se instaló finalmente la Licenciatura en Nutrición. Hoy opera en el país una red de grupos de apoyo nutricional y servicios de Nutrición clínica que se han encargado de articular programas de intervención alimentaria, nutrimental y metabólica al lado de la cama del paciente en los hospitales del Sistema Cubano de Salud.
Me quejo continuamente de todo lo que falta por hacer. Pero cuando miro hacia atrás me compensa lo mucho que hemos logrado. Y aquí viene la pregunta que ha motivado todo este ensayo: ¿Quiénes heredarán nuestro legado? ¿A quiénes le corresponderá continuar la obra que hemos edificado durante todos estos años?
Toda organización (y este concepto incluye a la Sociedad Cubana de Nutrición Clínica y Metabolismo y los productos, bienes y servicios que la distinguen), para que perdure, se debe alimentar | nutrir de generaciones sucesivas de actores que depositan en ella sus saberes y experiencias, sus historias de éxitos y fracasos. Esta confluencia generacional implica (conlleva) diálogo, intercambio, enseñanza, aprendizaje, y síntesis: lo mejor de cada generación se va depositando para dejar conformada la que sería la Escuela Cubana de Nutrición Clínica y Hospitalaria. Pero la renovación generacional significa un camino de dos vías: nosotros, los padres fundadores, los profesores, los maestros, los mentores, debemos preocuparnos por tener a nuestro lado jóvenes a los cuales transmitir nuestra experiencia vital, y lo que es más importante: nuestros valores y principios. Y los jóvenes deben preocuparse por insertarse a nuestro lado, por aprender, por asimilar creadoramente todo lo que le transmitamos, por trabajar incansablemente junto a nosotros, codo a codo. Solo así logramos la continuidad de nuestros esfuerzos y nuestra historia.
Tanta obra hecha no puede (no debe) perderse.
Espero que les sea útil.
Con mis mejores afectos,
Dr. Sergio Santana Porbén.
El Editor.
Viernes, 25 de Noviembre del 2016.
Notas al pie:
Se tiene el artículo seminal del Dr. Charles Edwin Butterworth “The skeleton in the hospital closet” como la piedra fundacional de la Nutrición clínica y hospitalaria, la Terapia nutricional, y el Apoyo nutricional. Los interesados pueden acudir a: Revisitando los clásicos: El esqueleto en el escaparate del hospital, del Dr. Charles E. Butterworth. Nutrition Today 1974;9:4-8.