Inicio > Del Editor > Editoriales anteriores > Editorial 1ro Febrero 2019
En un editorial anterior discurrí sobre el estado actual de la desnutrición hospitalaria, y cuáles podrían ser las causas de este problema [1]. Durante mucho tiempo, hemos planteado que el conocimiento del médico tratante (y por extensión de los equipos de salud) es insuficiente en temas que hemos percibido como imprescindibles de las ciencias de la Alimentación y Nutrición. Ergo: Diseñemos programas de educación continua y capacitación, aumentemos el número de horas de enseñanza, y prodiguemos los materiales para el autoestudio, y esperemos que estos esfuerzos empoderen a los equipos de trabajo en el reconocimiento oportuno e intervención efectiva de la desnutrición hospitalaria.
No está funcionando.
De hecho, estamos observando que el médico rechaza participar/involucrarse en los programas disponibles de educación continuada. En varias encuestas completadas hace poco tiempo, los prestatarios de cuidados asistenciales reconocen tácitamente que el estado nutricional es clave en la respuesta terapéutica y la evolución ulterior del enfermo, pero al mismo tiempo, confiesan que no se han preocupado por leer artículos sobre aspectos selectos de Alimentación y Nutrición, y que tampoco han completado actividad alguna de capacitación en los 3 – 6 meses previos a la encuesta [2]. No sólo eso: estos actores no perciben (no realizan) que es importante (es más: es necesario) incorporar la actuación nutricional dentro de los cuidados de salud que se le brindan al enfermo durante todo el tránsito del mismo por las distintas etapas del tratamiento médico-quirúrgico. Luego, estamos ante un nuevo escenario: los actores de salud no muestran ningún interés en incorporar conocimientos sobre alimentación y nutrición. Lo que es más contraproducente: un residente de Cuidados intensivos puede recitar de memoria los protocolos de ventilación artificial que se han publicado en las revistas más prestigiosas de la especialidad, pero no sabe cómo (re)nutrir a un paciente ventilado.
Se impone entonces una pregunta: ¿Por qué el actor de salud rechaza aprender sobre alimentación y nutrición? Ahora mismo solo puedo especular sobre las posibles respuestas hasta la conducción de investigaciones orientadas y dedicadas. Tal parece que el sistema corriente de formación médica y paramédica premia a aquel que sepa cómo reanimar/rehidratar/resucitar antes que renutrir. Por otro lado, la adquisición de conocimientos en Alimentación y Nutrición no se percibe como una oportunidad de réditos y privilegios para el prestatario de salud, más allá de la satisfacción personal de logros y ascenso académico y profesional. Pero otra explicación podría caber: el actor de salud rechazará aprender nuevos conocimientos de Alimentación y Nutrición si ello implica una cuota adicional de tareas y responsabilidades percibidas como extenuantes sin la debida compensación salarial ni la correspondiente reorganización del fondo personal de tiempo.
Si todo lo anterior fuera cierto, entonces debemos (tendremos que) reorientar los objetivos de los programas actuales de educación continuada en las disciplinas de nuestra incumbencia, a la vez que promovemos la reingeniería de los procesos hospitalarios. Solo así veríamos una mejor (re)apreciación de la necesidad de la actuación nutricional en nuestros enfermos.
Espero que les sea útil.
Con mis mejores afectos,
Dr. Sergio Santana Porbén.
El Editor.
Viernes, 1ro de Febrero del 2019.
Referencias bibliográficas:
[1] Santana Porbén S. ¿Por qué (todavía) está desnutrido 1 de cada dos pacientes en un hospital? El Editorial del 19 de Febrero del 2018.
[2] Ilari S, Salas MA. Evaluación nutricional y soporte nutricional por via enteral: Nivel de conocimientos de enfermeros de unidades de terapia intensiva adultos de los hospitales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Enfermería Global [Murcia] 2009;16:0-0. Disponible en: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1695-61412009000200012. Fecha de última visita: 17 de Agosto del 2017.