Hipnosis y Trastornos Psicosomáticos

Los trastornos psicosomáticos requieren cada vez más enfoques integrales en su tratamiento; tal como su nombre lo indica, son procesos donde lo psíquico y lo somático se unen para dar como respuesta una disfunción que revela niveles anormales de actividad orgánica, que de mantenerse por mucho tiempo sin ser controlados, surtirán efectos casi siempre irreversibles sobre las propias estructuras anatómicas donde actúan o convergen.

La hipertensión arterial, la diabetes mellitus, las úlceras pépticas, las colitis idiopáticas ulcerativas y el asma bronquial son de las afecciones más frecuentes que se incluyen en esa gama de alteraciones; y aunque individualmente la medicina ha logrado efectivísimos métodos farmacoterapéuticos que permiten compensar y equilibrar los desarreglos, los factores psicosociales desencadenantes de su ocurrencia no pueden ser tratados con medicamentos.

En efecto, jamás un producto de ese tipo podrá suprimir las situaciones conflictivas, las tensiones mantenidas o los traumas; su acción se limitará a eliminar las manifestaciones objetivas y algunas subjetivas, pero en forma de “muro de contención”.

Me refiero entonces a que la propia terapéutica clínica debe permitir al facultativo acceder al conocimiento y control de los factores psicosociales que se convierten en noxas.

Por supuesto, cuando el médico general o el clínico especializado en medicina interna, endocrinología, neumotisiologia, vías digestivas, u otra rama de la medicina, parte de la integralidad del análisis de la situación de salud y posee la información suficiente desde los puntos de vista biológico, psicológico y social, empleará estrategias de tratamiento que se ubican en esos planos y utilizará los recursos que las diferentes especialidades le proporcionan para solucionar el problema.

Así, por ejemplo, la psicología y la psiquiatría brindan un rico arsenal de medios psicoterapéuticos, que usados de manera adecuada propician una mejor evolución de los pacientes con diversos trastornos psicosomáticos, pues su atención está orientada no solamente a tratar las alteraciones psicológicas, sino también las que gravitan de manera mas específica sobre la persona afectada, porque tienen que ver con asuntos cardinales referidos a su vida cotidiana, donde inexcusablemente los niveles de implicación son muy grandes al devenir un reflejo de los abatares de su propia existencia.

Hace mucho se ha comprobado la efectividad de los métodos de relajación autógena, los que reducen considerablemente toda una serie de indicadores anómalos en los diferentes sistemas del organismo.

Evidencia de ello son los estudios de Gonzalo de Rivera ( ) donde se pormenorizan los efectos de las terapias autogénicas en los distintos aparatos y sistemas (cardiovascular, endocrino, nervioso, inmune, digestivo), en el metabolismo y en otras áreas anatómicas de interés. ( )

La hipnosis y las terapias autogénicas tienen puntos en común, de manera tal que algunos autores consideran que la hipnoterapia constituye una modalidad específica de terapia autogénica, partiendo del hecho de que la hipnosis, más que sugestión, es autosugestión.

Tomando en cuenta esa convergencia, cabe entonces valorar y exponer la influencia del método hipnótico en algunas de las más importantes afecciones mencionadas con antelación.

 

 

 

Hipnosis en el tratamiento de asma bronquial

 

El asma bronquial es una de las entidades psicosomáticas de mayor incidencia y prevalencia a escala mundial. En 1991, un panel de expertos comenzó a acentuar el impacto de la inflamación en la fisiopatogenia del asma bronquial; enfermedad producida por una compleja interacción entre células inflamatorias, mediadores químicos, así como células y tejidos de las vías respiratorias del paciente y su psiquis.

Ser asmático implica, por un lado, movilizar toda una serie de recursos medicamentosos que se convierten en soporte emocional inobjetable, pues cuando se tienen, el paciente se siente seguro y puede atenuar la ansiedad y la angustia que se manifiestan si la situación es diferente. Por otro lado, si el asma aparece desde edades tempranas, ello significa el establecimiento de hábitos conductuales casi siempre perniciosos, adoptados por la mayoría de las familias con una intención claramente protectora, pero lamentablemente con consecuencias catastróficas por la adquisición de comportamientos y patrones de indefensión e inmovilidad cuando la enfermedad se presenta.

En otro sentido, vivir la experiencia de la falta de aire, de la incapacidad respiratoria, de la sensación de ahogo y, sobre todo, de ser protagonista de episodios que pueden acercarse o llegar al estado asmático, deja una sensación tan negativa que basta a veces con recordarla para predisponer al enfermo de tal manera, que puede experimentar los síntomas y signos típicos de este cuadro respiratorio.

Por lo que se ha visto, en cualesquiera formas en que el paciente se relaciona con la enfermedad, persiste una huella que nos lleva a importantes reacciones psicológicas que permanecen y convierten en todo un complejo sintomático que se mantiene presente como parte del cuadro o expectancia de éste. En tal conjunto sintomático aparecen la ansiedad, la inseguridad, el temor y la dependencia al nebulizador, entre otras manifestaciones.

Entendidos en el tema consideran con justeza que el control psicológico y la educación sanitaria constituyen la piedra angular en el tratamiento de pacientes asmáticos, lo cual debe comenzar desde el mismo instante en que se establece el diagnóstico definitivo para poder integrar al paciente a cada uno de los pasos del plan terapéutico instituido, pues se sabe que esa maniobra garantiza mas de 60% de los buenos resultados del tratamiento.

El control psicológico persigue disminuir la ansiedad del asmático, pues ella realimenta los síntomas que aparecen con la afección, cuyo aumento a la vez provoca que reaparezca la ansiedad, acompañada en esta nueva ocasión por los temores, capaces de ser incontrolables y generar de hecho un círculo vicioso. Una vez reducida la ansiedad, se rompen el círculo y la dimensión de los síntomas, al mismo tiempo se favorece el mejor tratamiento del cuadro clínico.

Educación porque entrena y enseña al paciente a mejorar su capacidad respiratoria a través de la actividad física, a eliminar prejuicios que limitan su actividad normal y a crecer sobre todo con la creencia de lo real, de que es una persona normal que puede desarrollar una vida sin limitaciones o autolimitaciones y que el logro de todos estos objetivos permite espaciar o alejar los ataques, y al mismo tiempo sentirse seguro o cuando menos adoptar adecuada conducta ante la propia crisis asmática, no desorganizada.

El asma bronquial es una afección que aproximadamente 10% de la población general la padece o la ha padecido en algún momento; es la enfermedad infantil crónica mas común y la tercera causa de hospitalización en los servicios de urgencia de varios países subdesarrollados. Si no se diagnostica y trata debidamente puede dar lugar a largos y variados tratamientos, con el riesgo de manifestaciones de retraso psicomotor y aumento del daño bronquial permanente e irreversible ( ), cuando se es infante sobre todo, sin que ello excluya los mismos principios operativos en caso de que se trate de pacientes adolescentes y adultos.

El empleo de la hipnosis en el tratamiento del asma bronquial debe hacerse desde dos aristas básicas, dadas por los eventos fisiopatológicos y en los que se divide la enfermedad, pues cada fase tiene sus características y esquema terapéutico específico.

Estas fases son las crisis agudas y el período intercrisis.

Tanto en una como en otro, la hipnosis es válida de ser empleada, pero su uso se facilita las crisis agudas de pacientes adultos, lo cual implica que el médico debe calmarles, relajarles y conversar con ellos hasta producir una distensión en todo su organismo, una disociación y una desfocalizacion de su atención hacia la propia angustia que les embarga.

Aludo a la facilidad con que se aplica la hipnosis en los adultos, porque en los niños debe contarse con el consentimiento de los padres, lo cual puede hacer más engorroso el proceso.

Esta observación no excluye el que se pueda proponer a los progenitores tratar las crisis en esta condición, pues muchos acceden, sobre todo cuando están familiarizados con el empleo de las técnicas naturales de tratamiento por el mismo desarrollo que se han experimentado en determinados países, como es el caso de Cuba.

En el período intercrisis, el paciente debe hallarse sensibilizado con el proceso hipnótico, y si no lo está, se le explica para obtener su consentimiento informado y aplicar el tratamiento.

Se le esclarece someramente o se ofrece información básica sobre su aparato respiratorio y por qué se produce el asma, de manera que durante el trance hipnótico pueda visualizar dicho aparato respiratorio, su anatomía, su fisiología y hasta su sistema inmunológico. Así se desarrolla la primera sesión, que además contiene elementos de relajación y respiración diafragmática.

El modelo que hemos diseñado a través del trabajo con colegas que han realizado su tesis de especialización en pediatría, medicina familiar y psicología, que han sido dirigidos por el autor, es como sigue.

Se divide el tratamiento en tres momentos; contentivos cada uno de tres sesiones de terapia hipnótica que pasamos a describir.

I – El primer momento comprende las sesiones 2, 3 y 4, en las cuales se procede a la relajación apoyándonos en música instrumental, se practican ejercicios de respiración diafragmática repetitivos y progresivos y se hacen sugestiones directivas hasta lograr la relajación; luego se conduce al paciente al trance hipnótico (ligero o moderado), se realizan ejercicios de visualización del aparato respiratorio y de su sistema inmunológico, así como del paso del aire a través de sus bronquios, y ensanchando sus pulmones, se introduce y refuerza el signo señal (sesión 2) que se utiliza en la 3 y 4.

II- En las sesiones 5, 6 y 7 se activa igualmente el signo señal para lograr que el paciente entre en el trance con igual rapidez, se repiten las visualizaciones del aparato respiratorio y se utilizan metáforas como “tus pulmones sonríen cuando respiras tranquilamente”. También se trabaja sobre el sistema inmunológico para modular la respuesta ante los alergenos; de manera progresiva orientarnos sobre la forma de aprender a respirar, así como a detectar la inminencia de una crisis; conjuntamente con sugestiones poshipnóticas que faciliten perpetuar el mecanismo de protección, aun fuera de la terapia. Por ejemplo: “Cuando se acueste a dormir y su cuerpo sienta el roce de las sábanas, inmediatamente sentirá cómo todo su cuerpo se relaja y el aire continúa entrando y saliendo libremente de sus pulmones, sentirá cómo su sistema inmunológico se fortalece y le protege cada vez más”. Se le refuerza la confianza, se le aumenta la autoestima y se le acentúa nuevamente el signo señal.

III- En las sesiones 8, 9 y 10 se activa como siempre el signo señal, se continúa trabajando bajo trance hipnótico con visualizaciones e imaginería especificas para cada caso, insistiendo en brindar mecanismos reguladores de la ansiedad y los temores, así como en incorporar patrones asertivos de comportamiento, que permitan mejorar sus actitudes y conductas ante la enfermedad. Se trabaja igualmente con la mejoría de la autoestima y en hacer más permanentes, el efecto de las sugestiones poshipnóticas.

Con esto se crea un mecanismo de arco reflejo que hará que el paciente aborte la crisis cuando detecte los signos premonitorios de su inminencia, y en caso de que ello no sea posible, entonces retardaría la aparición de ésta, dando tiempo a que acuda en búsqueda de la ayuda especializada o de los medicamentos. Una vez más destacamos que la hipnosis no es la panacea divina que irremediablemente todo lo resuelve, es por eso que debemos prepararnos y preparar al paciente para que sepa qué hacer en caso de que la respuesta esperada no llegue en toda su magnitud.

Cabe señalar que este proceder terapéutico resulta completamente inocuo, motivo por el cual es preferido por un gran número de personas a escala universal; otros lo califican como más personalizado, considerando -con razón- que se aleja de viejas normas estandarizadas utilizadas hasta nuestros días en el mundo occidental, pues con esta técnica se trata al paciente y no la enfermedad, ya que generalmente éstos presentan trastornos en su personalidad y formas de enfrentamiento a la afección que son factibles de modificaciones en el transcurso de las terapias.

Con la hipnosis se rompen totalmente esquemas personológicos mal estructurados y se logra que el paciente se incorpore con mejor equilibrio emocional a su vida de relación.

Una vez concluido el tratamiento, éste puede ser citado cada dos o tres meses para verificar su evolución y si los mecanismos controladores enseñados, le son efectivos.

La hipnoterapia bien empleada permite al paciente lograr resultados similares e incluso mejores que con ciertos medicamentos, cuyo abuso resulta perjudicial para su salud, pues algunos efectos colaterales de los fármacos usualmente utilizados en el tratamiento del asma bronquial afectan sistemas tan importantes y sensibles como el cardiovascular, neurológico y endocrino. También es válido señalar como significativo el ahorro que representa para la economía personal, al no tenerse que comprar -consuman o no- tabletas, frascos de jarabe y nebulizadores, entre otros.

 

Hipnoterapia en el tratamiento de la crisis de asma bronquial

 

En el empleo de la hipnosis para yugular una crisis de asma bronquial, se debe considerar el estado del paciente que sufre el ataque. Pensamos que es imprescindible conocer a fondo la afección, por lo cual sugerimos que este tratamiento sea indicado por un médico bien entrenado en hipnosis o un hipnólogo que domine la enfermedad en cuestión, debido a la compleja que puede tornarse la terapia y a las confusiones que podrían ocasionar algunas de las fases de dicha crisis.

En la crisis de asma bronquial juegan un papel fundamental tres elementos: la inflamación, la hipersecreción de moco y la broncoconstricción, lo que trae como consecuencia el atrapamiento de aire en los pulmones, pues mediante un mecanismo de cambios de presiones, el aire entra con mayor facilidad a los pulmones, pero no le es posible salir por el estado de estrechez de las vías aéreas, lo cual genera una variación en la concentración y distribución de los gases sanguíneos y por tanto también del pH de la sangre; proceso que causa trastornos humorales, que de no corregirse provocarían la muerte.

El asmático en crisis entra en un ciclo de ansiedad–asfixia–ansiedad, que si no se rompe, incrementa inevitablemente la gravedad de ésta y del estado del paciente.

¿Qué hacer ante un paciente con crisis de asma bronquial?

Al llegar al centro hospitalario debemos evaluarlo, saber en qué estadio de la crisis se encuentra, establecer el tan apreciado contacto afectivo con el paciente y solicitar su consentimiento para ser sometido al proceso hipnótico. En caso de niños mayores de 5 años y adolescentes, la aprobación de los padres.

Como resulta más complejo en pacientes pediátricos, vamos a referirnos fundamentalmente a lo que hacemos con el adulto.

Hay que comenzar calmando al paciente, infundiéndole confianza, expresándole que el proceder será rápido y efectivo, y diciéndole: “Usted escucha mi voz y solamente mi voz, y mientras más se concentre en mi voz sentirá que sus pulmones comienzan a trabajar mejor”. “Escucha mi voz y mi voz le calma cada vez más, y siente cómo sus pulmones se abren”. “Siente cómo al abrirse sus pulmones, usted puede expectorar y así también puede respirar, respirar mejor”.

“Puede expectorar sin dificultad y lo hará cada vez mejor. Cada vez que expectore, el aire entrará con mayor facilidad en sus pulmones y se sentirá mucho mejor”. “Solamente escucha mi voz y al hacerlo, puede expectorar y respirar más y mejor”.

Mientras se realiza este proceder, debe verificarse el estado clínico del paciente durante el trance, lo que nos permitirá estar seguros de su mejoría clínica e ir conduciendo la terapéutica y las sugestiones por el camino más rápido y seguro para el afectado. El tratamiento terminará cuando el paciente esté clínicamente compensado (no cianosis, no tiraje, no estertores), con mejor respiración y sin ansiedad. Al finalizar se le puede aconsejar que siga un tratamiento intercrisis para evitar que aparezcan cuadros inmediatos subsiguientes.

Se tomarán como criterios de mejoría, uno o más de los siguientes parámetros:

  • Ausencia de tiraje
  • Aparición de tos húmeda y expectoración
  • Disminución de las frecuencias cardíaca y respiratoria hasta valores normales o cercanos a éstos
  • Disminución o ausencia de estertores sibilantes

 

Ventajas de la hipnoterapia con respecto al tratamiento convencional de la crisis aguda de asma bronquial:

  • No tiene efectos adversos.
  • Sólo requiere de la palabra, la maestría del terapeuta y la cooperación del paciente para lograr su efecto terapéutico.
  • Puede ser aplicada por cualquier personal médico, paramédico o psicólogo, que domine la técnica y la enfermedad.

 

Hipnosis en el tratamiento de la hipertensión arterial.

 

La hipertensión arterial (HTA) es una disfunción del sistema cardiovascular, que se manifiesta cuando la tensión de la sangre en las arterias registra valores por encima de los normales. Esas cifras son las siguientes: presión sistólica o máxima entre 100 y 140 mm Hg, con una media poblacional de 120 mm Hg; y presión diastólica o mínima entre 60 y 90 mm Hg, con una media de 80 mm Hg.

Múltiples son los factores de riesgo de la HTA, entre ellos: antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular, edad (más de 60 años), sexo (fundamentalmente mujeres posmenopáusicas), tabaquismo, dislipemia y diabetes mellitus.

Entre los factores predisponentes figuran la edad, el sexo, la raza, la herencia, la obesidad, las dietas ricas en sodio y los factores psicosociales.

En la fisiopatología de esta afecciones describe la HTA esencial o idiopática (de causa desconocida) como la de mayor incidencia, pues se plantea que alrededor de 95% de la población hipertensa es de este tipo o clasificación; de ahí que se considere la repercusión de numerosos factores desencadenantes del cuadro hipertensivo, con la agresividad biológica que lo caracteriza( ).

El Dr. Reinaldo Roca Goderich señala en su libro Temas de medicina interna que Irving Page propuso, en virtud del espectro multifactorial desencadenante, la tesis del ¨mosaico patogénico ¨ , que en la actualmente goza de elevada aceptación, en tanto se ha podido constatar que factores hemodinámicos, renales, genéticos, endocrinos, neurohumorales y ambientales son los causantes de la HTA.

Evidentemente, cada uno de estos factores tiene un modo concreto de provocar toda una serie de hechos fisiológicos que conducen al cuadro hipertensivo, pero me refiero específicamente a la hiperactividad que se manifiesta en el sistema nervioso simpático, conectado indefectiblemente con la vida de relación del ser humano y en particular con el contenido emocional de su vida.

Los factores psicosiales abarcan todo un andamiaje de estímulos capaces de producir altas y complejas tensiones emocionales, cuando el hombre –genéricamente hablando- no puede encontrar vías para satisfacer sus necesidades más perentorias.

Se sabe con propiedad que las tensiones emocionales pueden generar reacciones vasopresoras con HTA que, por supuesto, no son el resultado de un proceso etéreo, sino de la conjunción de factores personológicos, presiones grupales, autopresiones, falta de habilidades sociales de afrontamiento y modos concretos de percibir la realidad y su propio yo.

Se denota que en ciertos grupos poblacionales sometidos a situaciones de estrés elevado, además del aumento del tono simpático y, por ende, de los niveles de catecolamina, se produce un incremento del cortisol y de la ADH (hormona antidiurética), así como una actuación anómala del sistema renina-angiotensina-aldosterona (SRAA), lo cual eleva las cifras de tensión arterial.

Las emociones negativas y algunas positivas extremas originan, por regla general, una hiperactividad del sistema simpático, el cual desempeña una importante función en la fisiopatología de la HTA al interactuar con diversos mecanismos presores; fenómeno que contribuye al desarrollo de la forma esencial y de algunos tipos de hipertensión secundaria.

Varios investigadores han corroborado en sus estudios, tanto con animales como con seres humanos, que el aumento de la actividad simpática permite liberar catecolaminas, fundamentalmente epinefrina y norepinefrina, las que incrementan el tráfico venoso, y aceleran la frecuencia cardíaca (FC). En esta condición, la reactividad vascular a la norepinefrina se acentúa, por lo que se elevan las cifras tensionales y engruesan los pequeños vasos (de resistencia).

Paralelamente se manifiesta una vasoconstricción arteriolar y venosa, que incluye las arteriolas eferentes renales, y da lugar por consiguiente, a un incremento en la fracción del filtrado y en la reabsorción sódica, de ahí que se produzca un relativo exceso de volumen, que aumenta el grosor de los pequeños vasos con la inmediata elevación de la resistencia vascular periférica (RVP) y el desarrollo de un cuadro hipertensivo persistente ( ).

Estimo prudente, una vez explicado este proceso, detenerme aquí para hacer algunas valoraciones, donde lo personológico y las instancias que intervienen en los diferentes niveles de regulación psíquica, tienen una función determinante.

He mencionado las tensiones emocionales, dietas ricas en sodio, obesidad, tabaquismo, factores de riesgo y predisponentes y considero que ningún mejor campo que éste para trabajar con la hipnosis, pues de lo que se trata aquí es de estructurar nuevos sistemas operativos de funcionamiento conductual, a través de la incorporación de recursos para afrontar las cargas tensivas de la vida y, al mismo tiempo, establecer modos funcionales de conductas, basados en la adopción de jerarquías motivacionales y valores que conduzcan a la incorporación y establecimiento de estilos de vida sanos.

En esta dirección puede trabajarse con hipnosis a los pacientes hipertensos y con ello estamos contribuyendo a controlar o eliminar la preponderancia activa de factores que inciden directamente en la manifestación de la HTA; sin embargo, no es sólo en este sentido que la hipnosis resulta efectiva, sino que también lo es en la manera en que sea capaz de disminuir la frecuencia de las crisis y eventos hipertensivos.

Con idénticos propósitos que en otros trastornos psicosomáticos puede emplearse la hipnosis para reducir las cifras tensionales y crear mecanismos reguladores, que actuarán tanto a nivel psicológico como fisiológico.

En este caso puede estructurarse un esquema de tratamiento que contemple, siempre partiendo de una explicación sencilla, el modo en que se produce la hipertensión, las estructuras anatómicas que participan en ello( tales como el corazón, las arterias, las arteriolas y otras), así como los   modelos visualizadores, metáforas y mecanismos saludables de afrontamiento.

En primer lugar es necesario relajar al paciente, para cuyo propósito se puede someter, previo a la hipnoterapia, a la enseñanza y práctica de ejercicios de relajación progresiva, en lo cual se propicia el control de las excitaciones, las angustias y la ansiedad, que no sólo son las consecuencias de la concientización del episodio hipertensivo, sino causas en sí mismas.

Este autocontrol es fundamental para que el paciente parta de un hecho real: la posibilidad cierta que él tiene de controlar algunos elementos de su psiquismo y observar, al mismo tiempo, cómo cuando ello ocurre, también se regulan y normalizan las cifras tensionales.

Algunos terapeutas logran esto con métodos más sofisticados como el biofeedback , que es una técnica consistente en facilitar al sujeto información sobre sus procesos internos, por ejemplo, la tensión arterial y la frecuencia cardíaca, de modo que pueda aprender a equilibrarlos( ), pero auxiliado por monitores acoplados a electrocardiógrafos , electroencefalógrafos, y electromiógrafos que registran la función alterada y los cambios favorables que se operan progresivamente en tales funciones, en la misma medida en que el paciente va logrando el autocontrol de su conducta y regulando así las manifestaciones psíquicas que han venido actuando perniciosamente .

Una vez logrado este objetivo, se pasa en las sesiones siguientes al trance hipnótico, donde se deben explorar determinadas situaciones conflictivas del paciente, que no hayamos podido conocer en previas entrevistas, porque le es muy engorroso sacarlo a la luz. Se le deben formular sugerencias indirectas, de modo que él consiga proyectar lo que quiere, puede, necesita y va a lograr en el futuro, es decir, aquello dirigido a la solución de los problemas que presenta en lo social y humano y a la propia hipertensión que padece.

No olvidemos que la progresión lógica del tratamiento siempre habrá de tenerse en cuenta, por lo que se impone determinar, en función del tipo de paciente, la gravedad de su cuadro y los factores que intervienen, la forma de estructurar los objetivos que nos proponemos con él y las etapas en las cuales lo lograremos.

El empleo de metáforas, tales como ¨tu corazón es más fuerte que las tensiones o es inmune a las tensiones¨, permitirá crear mecanismos de afrontamiento, que de una manera muy sencilla harán efectivos los modelos reguladores.

En virtud de todas las estructuras que participan en la manifestación de la hipertensión arterial, puede sustentarse el proceso de visualización guiada para obtener lo deseado.

Si se le hace saber que los cambios estructurales que se producen en los denominados órganos diana (corazón, riñón y cerebro) son perjudiciales y casi siempre irreversibles, tal como ocurre con el corazón, la hipertrofia ventricular izquierda, la formación de placas de ateroma y las lesiones de órganos vitales, entonces la terapia puede conseguir que el paciente active de mejor modo los mecanismos reguladores para evitar tal impacto negativo, es decir, lograr lo contrario.

Podemos llevar al paciente a disminuir la presencia de catecolaminas, el tráfico venoso y la frecuencia cardíaca; propiciar la vasodilatación arteriolar y venosa, reducir el filtrado glomerular, evitar el aumento de reabsorción del sodio y aminorar la resistencia vascular periférica.

La visualización autoscópica permite ¨ver¨ cómo se produce el proceso y ¨materializarlo¨ a partir de mecanismos de autocontrol y autorregulación creativa, mediante la introducción de sus efectos (output) en sus inicios (input) ( ) para que actúen en la modulación de su continuidad y se propicie un mecanismo circular de retroaferentación positiva, gracias a que tales efectos incidirán como causa positiva.

Junto a las variables fisiológicas que aquí están interviniendo (presión arterial, gasto cardíaco, resistencia vascular periférica, ritmo cardíaco y otras), interactúan complejísimos procesos de naturaleza mental, que permiten a través de los principios que hemos ya explicado, lograr la normalización necesaria.

Las experiencias obtenidas a través de estudios realizados en Cuba y otros países           dan fe de ello, con importantes resultados al respecto.

 

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