¿Qué es la Hipnosis?

Breve historia de la hipnosis.

En el mundo antiguo, la hipnosis como ciencia estaba reservada a Egipto, Caldea y la India, preferentemente a las castas sacerdotales, en aquel entonces muy privilegiadas.
Todo  el que se iniciaba en la religión debía conocer la  técnica hipnótica, lo cual permitió en un proceso continuo que las experiencias se transmitieran de una generación a otra.
Tal como  expresan  en  su  libro  los  autores  cubanos  Braulio Martínez  Perigod y Moisés Asís , la historia de  la  hipnosis data  desde  tiempos  remotos,  pues  hace  miles  de  años   los sacerdotes  egipcios  provocaban el sueño hipnótico  en  aquellos sujetos desesperados que iban a suplicar alivio para sus padecimientos, cumpliendo este quehacer   la condición de  experiencia religiosa  y  proceder  terapéutico; fenómeno  que  en  distintas modalidades es posible observar aún en muchas regiones del mundo, que en el caso concreto de Cuba tiene sus bases más generales  en los cultos sincréticos.
Estos autores  reseñan que los métodos primitivos  de  inducción hipnótica  se  caracterizaban  por el uso del  canto  rítmico  al unísono,  música, baile y palmadas monótonas, toques de tambor – algunas formas ideófonas que me recuerdan las  mono­días  religiosas  y los cantos llanos o gregorianos – y  otras  expresiones que aún es posible encontrar en comunidades aboríge­nes de Australia (negros), Africa, la India y el Tíbet (en Asia, América  del Norte  y  en  los rituales  afrorreligiosos  des­arrollados  en  el Caribe y el Brasil .
Llama  la  atención que esta formas  concretas de manifestación mágico-religiosas  se  relacionan con  mecanismos  especiales  de sugestión, que provocan trances capaces de modificar los paráme­tros normales  de conducta, rendimiento o ambos de  una  persona, ante situaciones cotidianas muy parecidas a los efectos que hemos logrado  en  nuestros ensayos de laboratorio en el plano  de  la sugestopatía.
No olvidemos que el rito es la más común manera que tienen  estos pueblos  primitivos de hacer práctica religiosa o  curativa  para expresar  momentos  significativos del quehacer  de  los  hombres sometidos  a  tales  presiones.  Esos  momentos   se  refieren  a fenómenos  propios  del proceso salud-enfermedad o a  cambios  de vida y nacimiento.
No  se ha precisado aún cómo la hipnosis pasó al occidente,  pero seguramente  lo hizo a través de las migraciones  cognitivas  que ocurrieron,  sobre todo a partir de la colonización de  Africa  y Asia por las potencias europeas.
Se  sabe que el abate Faría (1755 – 1819), monje  portugués,  que vivió  durante mucho tiempo en la región de Coa, la India,  hacia 1815 abrió un curso público sobre magnetismo hipnótico en París y esta quizás haya sido hasta el momento la expresión más clara del carácter  oriental  de  los métodos de hipnosis en  cuanto  a  su origen.
La historia de la civilización recoge en sus crónicas los impases que  a modo de afectación han tenido ciertos procesos,  donde  el hombre  ha  estado inserto y fue precisamente en  la  Edad  Media cuando  se  produjo la máxima   represión de  estas  actividades, puesto que el imponerse una doctrina cristiana altamente rígida y conservadora,  todo  acto ajeno a ella era considerado  como  una obra  de superchería y brujería, con lo cual desnaturalizaban  la esencia de la conducta humana.
El hecho político que caracteriza a esta época es la  penetración e  injerencia de la iglesia en todas las esferas, tanto socioe­conómicas como de otra índole, en su forma más cruda de inquisi­ción.
En  Europa,  luego  de la caída  del  imperio  grecorromano,  se reactiva  el  fenómeno demonológico, según el cual el  hombre  se convertía  en el campo de batalla donde demonios y espíritus luchaban denodadamente por la posesión de su alma.
Son  típicos  de esta etapa las  denominadas  crisis  colectivas, consistentes en verdaderas epidemias de brincos, danzas, gritos y contorsiones,  entre las que se citan como famosas las  ocurridas en Italia, llamadas “tarantismos”, que no eran más que ataques de histeria  multitudinarios.  Solían  producirse  generalmente   en verano, cuando  – según Segeret – una gran parte de  la gente dormida saltaba de pronto al sentir una picada de abeja o  dolor. Unos  veían la araña y otros no, pero se imponía una  especie  de visión de que el arácnido estaba allí y se desencadenaban frené­ticas  carreras hacia la calle para comenzar a danzar  con  pasos excitantes,  que daban lugar a un proceso de sumación. Todos  los que estimaban haber sido picados en esa ocasión o en otras ante­riores,  bailaban,  se  contorsionaban e  incluso  hasta  cavaban huecos  en la tierra y se revolcaban en el lodo como cerdos  para evitar o librarse de la acción de la tarántula. Tal era el  nivel de enajenación que muchos buscaban látigos para flagelarse.
Lo  más importante de este fenómeno estaba dado, sin duda alguna, en el hecho de que ser víctima de esa picadura permitía  liberar tendencias  reprimidas sin que la persona se considerara o  fuera vista por los demás como malvado.
Véase  aquí importantes elementos de sugestión, que  conducían a  un sujeto o grupo de ellos a situaciones de éxtasis  rompiendo con su conducta normal, pero también a la liberación de  energías comúnmente  refrenadas.  Este es el contexto preciso  para  hacer       alusión  a una escuela psicológica que por medio de  la  hipnosis trataba  de  eximir  tendencias  que  energéticamente  provocaban conflictos  generadores de neurosis ( Hipnocatarsis de  Breuer  y Freud).
Durante  la  última parte del siglo XV, las  creencias  sobre  la acción del Demonio tomaron un mayor auge, lo cual trajo aparejado consecuencias  tristes  y  dolorosas para  la  historia  de  la humanidad,  pues se conoce  perfectamente que invocar  al  Diablo como  dueño  y señor del alma en plena  Edad  Media,  significaba condenar  a  los  más terribles  sufrimientos  a  aquellos  seres humanos  que no pasaban de ser, por lo general, simples  enfermos mentales.
Por  fortuna,  dignas  voces como las de  Paracelso,  John Weyer, Reginal Scarlet y San Vicente de Paul se alzaron desde  valientes posiciones   para   mostrar  lo  dogmático   de   las   doctrinas demonológicas, que incluso habían sido inspiradas y  oficializa­das por el Papa Inocencio VII, quien en su bula “Sumnis  desiderantes” exhortó en 1238 al clero a identificar a todos los  brujos.
Estos ilustres personajes trillaron el camino hacia  nuevas  concepciones, que socavaron el orden medieval y  en  cuya empresa  se  vieron  apoyados por fuertes movimientos como el racionalismo y humanismo, el desenvolvimiento de las ciencias naturales y el proceso de la Reforma religiosa.
Todo ello propició que la psicología y la Medicina experimentaran no sólo un desarrollo creciente, sino que modificaran sus postulados en pro de un conocimiento más integral de los fenómenos que abordaban.
La hipnosis como objeto de estudio de ambas ciencias, no escapó a esta  suerte  de progreso y pudo avanzar  considerablemente  como teoría y método desde finales del siglo XVIII hasta imponerse con todo su esplendor a partir de la siguiente centuria.

 

¿Que es la hipnosis?: Es un estado especial donde se puede con la palabra u otro estímulo siempre provocado por ella, crear un modo particular de accionar de la mente humana, capaz de variar – en función de las necesidades – la manifestación de los procesos volitivos para permitir la expresión plena de potencialidades cerebrales, que en estado de vigilia y por mecanismos neurofisiológicos defensivos, no se manifiestan de forma activa. Es un proceso natural creado en el hombre por sí mismo u otra persona, que implica siempre la actividad cerebral en su unidad y diversidad, lo que facilita principalmente operar bajo nuevas condiciones, aumentando la productividad neuronal  y psicológica, así como la eficacia de la respuesta somática ante las nuevas urgencias y necesidades del organismo.

tomado de ” Hipnosis y sus aplicaciones Terapéuticas” Autor: Cobian Mena, A. 2004

Categorizado en APCHT POR DENTRO por el #