MSc. Olga Lydia Paz Figueroa
Quienes conocieron a Celia Sánchez Manduley quedaron impactados por su sencillez, el trato afable. Llevaba al plano humano el principio martiano de que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz.
Con ella, la mujer cubana tuvo su primera combatiente en el incipiente grupo guerrillero en la Sierra Maestra, a su ejemplo se debe la creación del pelotón femenino Mariana Grajales. Heroína de la Sierra y el Llano, siempre junto a Fidel y bajo su dirección inmediata, asumió la importantísima función de organizar la logística rebelde, se convirtió en coordinadora y ejecutora de todo el trabajo de retaguardia en el territorio guerrillero. Sin ella no se hubiera podido preservar la historia de esos momentos gloriosos, pues su mochila fue el embrión de la Oficina de Asuntos Históricos.
Con la victoria del primero de enero de 1959 se convierte en heroína de la paz y, siempre al lado de Fidel, desarrolló un trabajo callado y crucial, sin escatimar energías hasta su último aliento. La huella de su sensibilidad y pasión por los detalles que caracterizan una obra bien hecha, está a lo largo de toda la Isla.
Armando Hart Dávalos, en el sepelio de la heroína de la sierra y el llano, sintetizó magistralmente: «en el carácter de Celia se integra la dulzura, el cariño, el afecto, la alegría de vivir con la más rigurosa exigencia, en los principios y en el trabajo revolucionario. Esta combinación de exigencia y sentido humano en el enfrentamiento de cada problema es una formidable enseñanza para nuestro trabajo de hoy y de mañana. He ahí una de las principales lecciones que nos ha dejado y que debemos aplicar. Celia era como la justicia: humana y exigente. Por esto, su recuerdo nos da la imagen de lo justo».
En la facultad Manuel Fajardo de la Universidad de Ciencias Médicas de la Habana, vive entre estudiantes y trabajadores la Auténtica Flor de la Revolución Cubana.