El abogado desconocido
Justo Rodríguez Santos
En nombre de la Estrella Solitaria,
en nombre del Apóstol agredido,
en nombre de su pueblo esclavizado,
llega un joven de toga y pergamino.
A denunciar el crimen alevoso
y la diversidad de los delitos,
concurre un abogado cuya firma
estrena el cartulario en el registro.
Apartando legajos y expedientes,
cuya resolución abarca siglos,
la denuncia del pueblo, por su mano
habla a los tribunales sorprendidos.
Muestra el retrato del traidor, su ficha,
sus crímenes y robos repetidos.
Código en mano, suma las sanciones
que deben sus variados latrocinios
y reclama lo enjuicien sin tardanza
y ocupe su lugar en el banquillo.
Sus palabras anegan el silencio
que reverbera, terso y cristalino.
Pero las graves momias del birrete
parecen no entender el verbo digno.
Un ciudadano humilde, con un sobre,
un abogado nuevo y decidido,
que aprieta las clavijas de la ley
para que se oigan todos sus registros.