Una vida no basta para romper cadenas, una vida no basta para hacer y ser ese hombre nuevo en un mundo lleno de logros y controversias. Eso lo demostró un guerrillero que va desde la montaña al llano y viceversa. Sus ideas, carisma e impronta quedaron impregnado en la sociedad cubana. Al cumplirse el aniversario 52 de su caída en combate lo recordamos como ese ejemplo de hombre nuevo que luchó por un mundo libre de desmanes, que combatió por la liberación de muchos pueblos.
La Facultad de Ciencias Médicas Manuel Fajardo le rinde tributo a este hombre que engendro el estudio por la medicina, las ansias de salvar vidas, la solidaridad por los pueblos del mundo, el trabajo voluntario dirigido hacia los más necesitado.
Como lo calificaría Fidel Castro en el libro “Fidel y la Religión” del autor Frei Betto:
“ya era un revolucionario formado; además, un gran talento, una gran inteligencia, una gran capacidad teórica. (…) A todo eso se unían también condiciones humanas excepcionales, de compañerismo, desinterés, altruismo, valentía personal.”
Pensar en un ser superior no está lejos de nuestro alcance. No hace falta remontarse a soñar. Lo tenemos, lo tocamos, lo vivimos. Si hace falta un ejemplo a seguir, un revolucionario abnegados a los deberes y derechos del pueblo son imprescindible hombres como el Che. Su espíritu de trabajo, sus hábitos de educar y enseñar, su disposición ante cualquier tarea, así sea su complejidad, su paso adelante ante cualquier situación, su verdadero humanismo, solidaridad. Ese es el hombre que debemos imitar y que sobre la medicina expresó:
“Y la medicina tendrá que convertirse un día, entonces, en una ciencia que sirva para prevenir las enfermedades, que sirva para orientar a todo el público hacia sus deberes médicos, y que solamente deba intervenir en casos de extrema urgencia, para realizar alguna intervención quirúrgica, o algo que escapa a las características de esa nueva sociedad que estamos creando”.
¡Seremos como el Che!
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