Cuando se habla de Cuba es referente obligado la figura de nuestro José Martí. Ser humano excepcionalmente dotado con el don de conmover y mejorar, se nos entra en el alma antes de que hayamos podido comprender a cabalidad la trascendencia de su obra. En él se transparenta y perpetúa la encarnación del verbo escrito. Consagró su vida a la patria, a la realización histórica de Latinoamérica y al mejoramiento humano. De profesión periodista, hombre de ideas, visionario, poeta y revolucionario. Dejó de ser nuestro para ser paradigma de América y el mundo.
El alcance de su obra es inmenso si atendemos al momento histórico en que fue escrita.Que en esa época tan temprana Martí comprendiera y expresara con meridiana claridad el peligro potencial de la nación norteña para la supervivencia continental americana, y al mismo tiempo valorara la cultura como sostén necesario para lograr una independencia plena, lo sitúa en un lugar privilegiado del pensamiento culturológico y político más avanzado.
“Pensar es servir” dijo el Apóstol. Allí está contenida su vocación de servicio a la patria y al continente del que se considera hijo. Toda su producción literaria y revolucionaria continúa siendo un diálogo cultural, una necesidad impostergable no solo en nuestro país y en América sino en el mundo entero.
Por las razones anteriores, resulta inminente el conocimiento de la vida y obra para las nuevas generaciones de este cubano universal, cuando la desidia, la globalización, las campañas mediáticas y las patrañas imperialistas pretenden agraviar su figura y desestabilizar esta magnánima obra que es la Revolución Cubana.
MSc. Kenia Ricardo Bencomo.