Directrices para el diagnóstico clínico y el tratamiento del dengue, el chikunguña y el zika

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) integra por primera vez el diagnóstico clínico y el tratamiento de las tres arbovirosis más importantes de la Región de las Américas y del mundo: el dengue, el chikunguña y el zika. La forma en que se presentan estas directrices difiere notablemente de las guías clínicas anteriores, ya que en su elaboración se han seguido los pasos de la metodología de clasificación de la valoración, elaboración y evaluación de las recomendaciones (GRADE), por lo que son las primeras directrices GRADE para el manejo clínico de estas tres arbovirosis en las Américas.

Los grupos de expertos involucrados en su elaboración combinaron con gran maestría los conocimientos científicos acumulados en la práctica médica de la Región con los resultados de una exhaustiva revisión sistemática que encontró las principales y mejores evidencias publicadas en la bibliografía especializada internacional sobre estas enfermedades.

La elaboración de estas directrices se inscribe en la labor que desempeñan la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y los países de la Región desde hace varios años para disminuir la gravedad de estas enfermedades y prevenir la muerte como una primera prioridad. Es necesario reconocer que existe un complejo panorama epidemiológico, en el cual la presencia de múltiples factores determinantes sociales y ambientales favorecen la dinámica de transmisión y ocasionan brotes y epidemias en los países de la Región todos los años, a pesar de los incansables esfuerzos desplegados para evitarlos y controlarlos.

El dengue es una enfermedad transmitida por mosquitos, y ocurre en zonas tropicales y subtropicales. El dengue leve puede ocasionar fiebre alta y síntomas similares a la gripe. Una forma grave del dengue, también llamada fiebre hemorrágica del dengue, puede ocasionar sangrado intenso, descenso repentino de la presión arterial (choque) y la muerte. Se caracteriza por tres fases: la primera es la febril que dura de tres a cinco días, con síntomas fundamentales como fiebre, dolor de cabeza, detrás de los ojos, en la columna lumbar y malestar generalizado. A partir del segundo y cuarto día puede aparecer un rash (erupción en la piel), que la mayoría de las veces se comporta como un enrojecimiento acompañado de mucha picazón y está presente entre el 30 y el 40 por ciento de los infectados. También son frecuentes trastornos del gusto, no su pérdida como en la COVID-19, sino un cambio descrito por muchos como un sabor desagradable sobre todo al ingerir agua; mientras que las complicaciones ocurren después, en la llamada etapa crítica, tras la caída de la fiebre, alrededor de la tercera y quinta jornada.

No se puede contraer la fiebre del dengue por estar cerca de una persona infectada. En cambio, la fiebre del dengue se transmite a través de las picaduras de mosquitos. Los dos tipos de mosquitos que más a menudo propagan el virus del dengue son comunes dentro de las viviendas humanas y en sus alrededores. Cuando un mosquito pica a una persona infectada con un virus del dengue, el virus ingresa al mosquito. Luego, cuando el mosquito infectado pica a otra persona, el virus ingresa en el torrente sanguíneo de la persona y causa una infección.

Cuando se recupere de la fiebre del dengue, tendrá inmunidad a largo plazo al tipo de virus que te infectó, pero no a los otros tres tipos de virus de la fiebre del dengue. Esto significa que puedes volver a infectar en el futuro por uno de los otros tres tipos de virus. El riesgo de desarrollar fiebre del dengue grave aumenta si tienes fiebre del dengue por segunda, tercera o cuarta vez.

La chikunguña​ artritis epidémica chikunguña o fiebre de chikunguña es una enfermedad producida por el virus de tipo alfavirus del mismo nombre, que se transmite a las personas mediante la picadura de los mosquitos portadores del género Aedes; tanto Aedes aegypti como Aedes albopictus. El virus chikunguña (abrev.: CHIK) se transmite de manera similar al que produce la fiebre del dengue y causa una enfermedad con una fase febril aguda que dura de 2 a 5 días, seguida de un período de dolores en las articulaciones de las extremidades; este dolor puede persistir semanas, meses o incluso durante años en un porcentaje que puede rondar el 12 % de los casos.

La mejor forma de prevención es el control general del mosquito; además, evitar las picaduras de mosquitos infectados. Hasta la fecha no hay un tratamiento específico, pero existen medicamentos que se pueden usar para reducir los síntomas. El reposo y la ingesta de líquidos también pueden ser útiles. La enfermedad puede aparecer solo una vez. Después se desarrollan anticuerpos que se encargarán de proteger a las personas enfermas y, de acuerdo con evidencias disponibles hasta el momento, la inmunidad sería de por vida.

La enfermedad por el virus de Zika es causada por un virus transmitido principalmente por mosquitos del género Aedes. Los síntomas, generalmente leves y de 2 a 7 días de duración, consisten en fiebre, erupciones cutáneas, conjuntivitis, dolores musculares y articulares, malestar y cefaleas. La mayoría de las personas infectadas son asintomáticas.

La infección del virus de Zika durante el embarazo puede causar microcefalia y otras malformaciones congénitas, que constituyen el síndrome congénito por el virus de Zika. La infección también se asocia a otras complicaciones del embarazo, como el parto prematuro y el aborto espontáneo. La infección se asocia en niños y adultos a un aumento del riesgo de complicaciones neurológicas, como el síndrome de Guillain-Barré, la neuropatía y la mielitis. El diagnóstico solo se puede confirmar mediante pruebas de laboratorio en muestras de sangre o de otros líquidos corporales, como la orina o el semen.

Las presentes directrices brindan recomendaciones para el tratamiento de pacientes adultos y pediátricos. Son basadas en la evidencia y constituyen una herramienta útil para mejorar la salud pública y la práctica clínica. Ofrecen intervenciones con pruebas sólidas de eficacia. Utilizan razonablemente los recursos. Disminuyen la variabilidad clínica y, en esencia, garantizan una atención de calidad en los sistemas y servicios de salud.

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