Hipnosis en los procesos afectivos
Kaplan estima que la hipnosis ha sido usada con variados grados de éxito en diferentes enfermedades y que la relajación puede ser conseguida fácilmente con la hipnosis, de modo que los pacientes sean capaces de lidiar con las situaciones fóbicas, controlando sus ansiedades y otras manifestaciones ligadas a ésta.
Otros autores como W. Helmut y A. Karle refieren que el estado de relajación y confort que se logra con la hipnosis, es muy útil en el tratamiento de la ansiedad y la depresión.
Ansiedad y depresión son síndromes diferentes, pero a través de la propia historia de la medicina y en la práctica psiquiátrica han sido considerados como los dos elementos contradictorios del mismo proceso, así como también vistos tan convergentes, que en ocasiones se ha imposibilitado diagnosticarlos de forma independiente y han aparecido indistintamente las modalidades diagnósticas de síndrome depresivo-ansioso o síndrome ansioso-depresivo.
Estos elementos nos llevan a considerar que aunque son entidades claramente definidas, muchas veces las diversas terapéuticas que se emplean para su tratamiento, las emgloban al mismo tiempo por los efectos mutuos que una ejerce sobre la otra.
La hipnosis, como modalidad terapéutica, tiene la virtud de poder asumir en una sesión terapéutica o en varias sesiones el manejo y tratamiento de diversos problemas de salud; dependiendo ello de los contenidos sugestores que se emplean, los tipos de sugestiones y del modo y orden en que todo el arsenal simbólico, metafórico e imaginérico sea usado, tanto por el terapeuta, quien brinda las pautas, como para el paciente que las hace suyas.
Se conoce con certeza que en los pacientes deprimidos tienden a disminuir los niveles de catecolaminas en sangre y toda la terapéutica medicamentosa va dirigida a restituir esos valores catecolamínicos reducidos, fundamentándose en cuatro teorías o tesis que son:
- Bloqueo de la captación intraneuronal de la catecolaminas.
- Inhibición de la monoaminooxidasa (MAO), que es una enzima degradante del neurotransmisor dentro de la neurona.
- Bloqueo de los receptores presinápticos inhibidores de la liberación de catecolaminas, pues si se bloquea al receptor que inhibe la liberación de las catecolaminas, no habrá inhibición y, por ende, no se disminuirán las catecolaminas.
- Acción anticolinérgica, que lleva a través de un mecanismo de retroaferentación (feedback), al aumento de la presencia de las catecolaminas; de ahí que muchas drogas antidepresivas provoquen efectos indeseables, tales como retención urinaria, taquicardia, sequedad bucal, visión borrosa, etc. Aun cuando en las últimas dos décadas hayan surgido los medicamentos atípicos conocidos como inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina, que indudablemente tienen muchos menos efectos colaterales que los antidepresivos tricíclicos inhibidores de la MAO, la efectividad de éstos es relativa, pues evidentemente la acción supresora de síntomas y la elevación del tono humoral, dejando atrás así la atimia y la tristeza, jamás pueden trabajar sobre los factores determinantes de la depresión, conectados en más de 95% de los casos, con graves conflictos en la vida cotidiana y frustraciones vitales.
Comparto muy abiertamente el enfoque teórico que Aeron Beck, desde una perspectiva cognitiva, tiene de la depresión, donde hace coexistir a una tríada cognitiva negativa con la permanencia de pensamientos rígidos, esquemáticos, disfuncionales e inservibles; entonces, a tenor con ello, tales cogniciones negativas sobre sí mismo, sobre el mundo que lo rodea y su futuro, le inmovilizarán hacia una perspectiva más saludable, manteniéndole en el ¨ hueco¨, lo que significa experimentar un estado depresivo.
Si a eso se suma que la rigidez de pensamiento no permite admitir la posibilidad del cambio, sino más bien la manifestación del esteticismo conductual, entonces veremos cómo jamás saldrá del cuadro depresivo, que estará matizado por una serie de pensamientos anticipatorios negativos de imposibilidad, si éstos no se rompen.
Es como decir ´´ya me anuncio mi derrota´´ ´´yo sé que no podré hacerlo, todo lo que haga es por gusto, porque sé que tengo la mala suerte de no lograr nada bueno o positivo para mí´´.
Analicemos desde una perspectiva seria y profunda, estos elementos que hemos venido exponiendo:
Ningún fármaco antidepresivo, sea tricíclico o ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina), puede actuar sobre los pensamientos disfuncionales ni sobre el criterio negativo que el paciente tiene sobre sí mismo, el medio que le rodea y el futuro. Hay que ir a la raíz del asunto, de lo contrario sucederá lo de siempre: salir a flote, volar y luego, cuando se le acabe el ¨combustible¨ (el medicamento), sufrir una recidiva tal vez más profunda y comenzar a elaborar el paciente una estrategia que conduzca a actitudes y conductas pesimistas y pensar más seriamente en la ¨muerte¨ como alternativa exclusiva para la solución de sus problemas.
Tan real es este análisis, que no puede abordarse la depresión exógena sin elementos psicoterapéuticos como modo de calzar, y no sólo de calzar, sino de curar.
Me he referido al término curar porque la cura no es la remisión de los síntomas, dado por un efecto farmacológico; ello es mucho más: desarrollar habilidades y capacidades específicas en el ser humano, para que partiendo de sus experiencias y la riqueza de éstas, disponga entonces de mecanismos eficaces de afrontamiento.
Múltiples pueden ser las sugestiones que hagamos para trabajar con hipnosis el cuadro depresivo, pero no importa tanto la cantidad como la calidad de éstas, pues esa variable sólo se garantiza por lo que signifiquen los contenidos de las sugestiones, y en la medida en que estos contenidos lleguen a la esencia misma de la problemática del enfermo; de ahí que las de tipo indirecto sean más útiles, porque involucran al paciente en la búsqueda de la solución de sus problemas.
Es adecuado hacerlo visualizar y que directivamente module la presencia de esas catecolaminas deficitarias. Evidentemente, esto surte un efecto inmediato y bien directo, pero ello solo no basta: hay que llevarlo al manejo de su problemática, como si fuera un rompecabezas que él debe aprender a armar, pues solamente así, desde la tónica o el prisma de una reelaboración, podrá verse implicado; pero hallando la solución por sí mismo, revisando, repasando y llegando a conclusiones sanas, en dependencia de sus necesidades de sobreponerse a tan nefasto cuadro psicológico y ser él, pero otro, en tanto se haya operado el cambio en favor.
Es aquí donde lo metafórico y lo simbólico desempeña su máxima función.
Acudo al Dr. Mario Martínez, quien en su cada vez más atrayente teoría biocognitiva de la cura mente-cuerpo, plantea que tales procesos se interpretan como campos de bifoinformación, donde todos los procesos son simultáneos y reflejan la totalidad del campo con su interacción con otros campos. Según este autor, todos los eventos son biocognitivos y se exteriorizan a través de ´´Portales de manifiesto´´, que pueden ser a su vez, biológicos o mentales y revelan la impresión total del campo de bioinformacion.
De ahí que la interacción de lo cognitivo y lo biológico se exprese de esa manera: las condiciones en el soma y el soma influyendo un las cogniciones a través de procesos también cognitivos.
La curación emplearía de esta forma las propias cogniciones para modular la presencia de elementos vitales antidepresivos, que pueden ser biológicos (neurotransmisores) o psicológicos (los recursos de afrontamiento) aunque también influyen los estados psicológicos en el mantenimiento de los biolementos necesarios para evitar la enfermedad; en este caso, la depresión.
Véase aquí cómo el todo y las partes interactúan con carácter permanente; aplicable este modelo de intervención no solo al proceso curativo, sino a la manifestación de la enfermedad.
El modelo biocognitivo se ajusta perfectamente a la terapia hipnótica y muy ricamente al tratamiento de la depresión.
No pretendo clasificar ni de la depresión ni la ansiedad, pues estamos hablando de las aplicaciones terapéuticas de un método y, sobre todo, porque éste no es un texto de psiquiatría, que debería obligatoriamente exponer cuantas subdivisiones clasificatorias existiesen, según los niveles de consenso actualizados de aquellos que tienen encomendada tan compleja labor.
En el temática referido a la aplicación de la hipnosis en psiquiatría se abordan cuáles son los niveles en que puede ser aplicado este método.
Hice referencia a la ansiedad en párrafos anteriores, pero ciertamente hay tantos procederes para el tratamiento de los trastornos de la ansiedad, fobias y pánico, que pudiera parecer que soy muy iterativo cuando pretendo hablar del valor de la hipnosis en el manejo de tales alteraciones de la esfera afectiva y al mismo tiempo conductual, por la gran implicación que tienen en la adopción de conductas fuera del control de los niveles voluntario y consciente, respectivamente.
Las personas con trastornos de ansiedad experimentan frecuentemente síntomas depresivos, pues la incapacidad para su manejo y control cuando se tornan perniciosos, conduce a la depresión.
La realidad no puede ser ignorada, y pensar que uno solo puede controlarla es un error. Cuando la ansiedad se fortalece, domina la vida de los afectados y la convierte en algo irrelevante, amargo y desesperado.
El pánico, las diversas fobias (social, específica, agorofobia, claustrofobia) y la ansiedad generalizada, incluyen tantas manifestaciones patológicas que se puede escribir un libro bien voluminoso para explicar todo lo concerniente a estas alteraciones, que cuando llegan a ser extremas, algunas devienen obsesiones.
Las benzodiacepinas son los fármacos de elección para el tratamiento de la ansiedad; pero sus efectos secundarios y la posibilidad de provocar adicción, limitan su empleo a un tiempo determinado.
En sus variadas técnicas y métodos, la psicoterapia es efectiva para tratar los trastornos de la ansiedad, al propiciar mecanismos estables para conseguir buenos niveles de relajación, de distensión. Han sido ¨abanderadas¨ en este empeño las terapias autogénicas, y más recientemente, el biofeedback y también la hipnosis.
La hipnoterapia garantiza excelentes niveles de relajación, al inducir respiración diafragmática y relajación progresiva para propiciar el propio trance, y una vez que se ha logrado éste, se puede combinar con ejercicios de meditación, yoga y otras técnicas conductuales para el manejo del foco ansiogénico y el cuadro ansioso.
Usándose sola o combinada, la hipnosis debe establecer el manejo de la situación ansiosa por pasos y desde los más simples a los más complejos, pues hay que acercar al paciente a la percepción reforzada de avance terapéutico, para que de esa manera pueda transitar a las otras etapas.
Las sugestiones pueden ser dirigidas a lograr la tranquilidad, la paz, el bienestar, la armonía psíquica y física, así como la calma, reforzando su capacidad de autocontrol y del control de la ansiedad.
Podemos llevarlo a una fábula, a vivir una historia llena de tensiones y a darle el papel principal como ente protagónico u organizador, de quien dependerá el estado psicológico de las personas. Esa responsabilidad deberá asumirla con dignidad y eficiencia, y a partir de un desarrollo de la trama, ver cómo se desenvuelve, evaluarlo, felicitarlo y estimularlo, pues de esta manera se va logrando dotarle de herramientas para el manejo de la ansiedad.
Si él pudo controlarse para no desestabilizar a los demás, por amor a los otros, cómo no va a conseguir estabilizarse a sí mismo y por amor a sí mismo.
Entonces de lo que se trata es de que el paciente extrapole tales progresos a su vida real, lo cual puede hacer porque ya ha estado empleando y sedimentando mecanismos asertivos y productivos, de modo que ahora sólo debe concientizarlos y ejecutarlos ante cualquier situación que genere ansiedad en sus variadas formas.
Todo lo que se aprende como modelo autorregulador resulta esencial para revertir el cuadro, porque dará la posibilidad, al incorporar nuevos modelos, de desplazar a los caducos, en tanto bajo el signo de la recuperación de la salud no cabe el que coexistan dos modelos antagónicos y totalmente excluyentes.