A través del tiempo, la medicina se ha ocupado de una manera bastante abierta en buscar métodos capaces de mitigar, aliviar o eliminar el dolor.
La cirugía, como especialización médica, necesita de la anestesiología para poder operar, trabajar y hacer indoloro su proceder, teniendo como función este último, más que ¨anestesiar¨ el cuerpo entero o determinadas regiones donde se intervendrá, velar porque los signos vitales y la homeostasis orgánica se mantengan adecuadamente.
El anestesiólogo es el verdadero ¨director¨ del proceso quirúrgico; y el cirujano, el interventor manual a través de todos los pasos que ha de establecer para realizar la intervención quirúrgica.
Es un gran problema para la medicina cuando un paciente al que hay que intervenir quirúrgicamente, presenta alto riego anestésico.
¿Cómo hacerlo?, y si se hace ¿Qué sucedería?, ¿Moriría? Por supuesto, existen situaciones donde lo más ¨aconsejable¨ es no operar, pero en otras se impone arriesgarse porque no hay alternativas.
Cuando se trabaja en esta última dirección, casi siempre olvidamos que algunos métodos pueden ser eficaces y que la hipnosis y la acupuntura son dos de ellos.
Ahora bien, lo que se usa y sirve puede ser relegado o ignorado, pero no olvidado. Los libros de la época sobre el esplendor hipnoanestésico aún se conservaban, y cuando fue necesario desempolvarlos y volverlos a hojear, ahí estaban listos para tal empeño.
Las guerras en Europa y otros países del mundo, fueron testigos históricos del retorno de este método, al que hubo que acudir porque no siempre se disponía de fármacos anestésicos y había una sola razón: en las contiendas bélicas escasean todos los recursos; pero no así la muerte, la destrucción y el dolor humano.
No vamos a preguntarnos si realmente funciona la hipnosis en cirugía; todo lo que se ha logrado en esta materia es más que suficiente para responder decididamente que sí.
De lo que se trata ahora es de exponer qué elementos se deben tener en cuenta para que sea exitoso tal empleo y también manejar que no siempre basta la anestesia hipnótica; pero aún cuando haya que usar algún tipo de compuesto anestésico, se hace en mínimas cantidades, muy por debajo de las que se necesitan según los estándares establecidos por la anestesiología.
La cirugía se ha dividido históricamente en mayor y menor, pero también ha tenido ramificaciones muy especializadas hacia la parte neurológica, obstetricia, y como un proceso reconstructivo ante quemaduras de considerable nivel que implican hacer remodelaciones y reconstrucciones de tejidos y piel.
También sabemos que el acto quirúrgico consta de tres periodos: preoperatorio, perioperatorio y postoperatorio todos muy importantes, pero con sus propias peculiaridades.
En función de todo lo último que hemos expresado, estarán dadas nuestras fundamentaciones inmediatas.
Tal vez la relación médico paciente quirúrgico sea la mas difícil en cuanto al manejo psicológico, por todas las preocupaciones que genera el acto quirúrgico en los órdenes fisiológico y anestésico; ello implica angustias, temores, ansiedad perniciosa y es por eso que si vamos a trabajar con hipnosis, hay que “exprimirle” al método “todo su jugo”, que indudablemente servirá para las tres etapas de la cirugía.
Hilgard y Hilgard plantean que la hipnosis ofrece una amplia gama de posibilidades en tales momentos y son:
1. En el preoperatorio ayuda a vencer la aprehensión, la ansiedad y los temores sobre los efectos anestésicos, induciendo un estado de ánimo sereno y confianza en los resultados.
2. Produce analgesia y anestesia, por lo que puede sustituir o disminuir el empleo de agentes anestésicos químicos.
3. Suele garantizar buenos resultados posoperativos, tales como rápida recuperación, no complicaciones y sobre todo incremento del valor, que hace más competente la actividad del organismo en todos los sentidos.
¿Qué inducciones emplearen el preoperatorio, perioperatorio y en el posoperatorio
¿Siempre es necesario hacerlo de esta manera
Todos sabemos que una de las ventajas de la hipnosis es el poder trabajar varios síntomas a la vez; por ejemplo, el alivio del dolor permite trabajar la ansiedad, al trabajar la ansiedad puedo trabajar en el establecimiento de mecanismos de autocontrol, de autorregulación; si trabajo con éstos, se trabaja indirecta o directamente para eliminar temores y aprehensiones, y así sucesivamente en un rosario de asociaciones que pudieran ser interminables.
Pienso y estoy convencido –porque así lo hemos hecho- de que lo más importante es una vez que los pacientes se han decidido a ser intervenidos con hipnoanestesia, darles una explicación convincente sobre los beneficios del método, de la disminución de las probabilidades de complicaciones por agentes químicos anestésicos o por otras circunstancias; proceder luego a medir los niveles de susceptibilidad, y si son elevados, dejar por sentado que el paciente o los pacientes son fuertes candidatos a la aplicación del método y sobre todo con resultados exitosos.
En esa sesión o en una segunda se deberá proceder a inducir el trance hipnótico, trabajando todas las áreas asociadas al acto quirúrgico, enfatizando en primera opción el logro de una respuesta favorable a la anestesia o analgesia que el método propugna; igual rango deben tener las inducciones de transitar por un acto quirúrgico efectivo rápido, sin complicaciones, al que todo su organismo respondería adecuadamente con todos sus indicadores estables y normales, que tales indicadores serán la tensión arterial, la frecuencia cardiaca, la frecuencia respiratoria, la temperatura, y que una vez terminada la intervención, pasará a un proceso recuperativo bueno, sin dolor, con capacidad para evolucionar satisfactoriamente sin complicaciones y donde toda reacción que pueda existir, será la manifestación efectiva de sus defensas inmunológicas; que combatirán acertadamente cualquier intento de virus, gérmenes o bacterias de aprovecharse de la situación para pretender con ello crear complicaciones o producir otras enfermedades.
Siempre se le inducirá buen estado de ánimo, estar relajado, en calma, la imposibilidad de que los temores puedan dominar la situación y que él es más poderoso que cualquier situación adversa que pueda presentarse.
– Importante es hacerle saber su capacidad para no salir del trance hipnótico durante el acto quirúrgico y debiéndose contemplar la posibilidad de que esta situación pueda darse, para lo que él tendrá una respuesta reinsertativa en el trance o pudiéndose también aplicar una cierta cantidad de anestésico (ínfima, por cierto) para poder continuar la operación, pero sin complicaciones.
La práctica cotidiana nos enseña que hay pacientes a los cuales se les debe mantener la inducción permanente de anestesia, para así reforzar todo lo que se ha trabajado antes, por lo que es positivo decirle que se estará a su lado todo el tiempo, induciéndole calma, paz, ausencia de dolor y que todo lo que se induzca será altamente efectivo.
Cuando ya estemos en el periodo perioperatorio se partirá del signo señal o la inducción ordinaria del trance y se repetirá todo el contenido inductor preoperatorio y añadiendo lo siguiente:
– El campo operatorio está limpio y confiable. La temperatura es agradable, no hay frío, no hay calor.
– La anestesia hipnótica funciona adecuadamente, no hay dolor de ningún tipo y esta condición se mantendrá durante todo el proceso o acto quirúrgico.
– El cirujano trabaja con éxito y tu organismo responde bien, sin dificultad, sin problemas.
– Todos tus signos vitales están estables.
– Ya el cirujano está finalizando, lo hace con destreza, no te daña, pone todo su empeño y todo su amor, devolviéndote con ello la salud. Ya las afectaciones y sus causas han sido eliminadas, por lo que gozarás de bienestar permanente.
– Tu cuerpo ha respondido brillantemente, no ha permitido que haya ninguna complicación, ni lo permitirá.
– Ya el cirujano cierra la incisión, la herida que él mismo provocó como una necesidad para poder arreglar el desajuste. Ya la ha cerrado, la limpia y la cubre.
– Ya puedes “despertar”, ya sales lentamente del trance hipnótico y bien, sin dificultades, respirando suave y profundamente.
– Todo funciona de maravillas y no hay nada que temer.
– Ahora tendrás una evolución satisfactoria.
Para el posoperatorio se pueden emplear las siguientes:
– Usted ya ha sido operado y evoluciona bien, su sistema defensivo o inmunológico está actuando acertadamente, evitando así cualquier infección o complicación.
– Todos sus signos vitales funcionan muy bien.
– Su cuerpo y su mente trabajan juntos, en armonía. El cuerpo obedece a la mente, la mente hace que todo su cuerpo trabaje bien, reaccione bien, evolucione bien.
– Su herida apenas duele, no molesta, porque usted ha sido preparado para que así sea. Su herida está seca.
– Puede respirar suave y profundamente y limpiar su garganta si así lo desea.
– Cuando los médicos lo indiquen, usted saciará su hambre y su sed, las que esperarán por la autorización del médico para ser saciadas. Ello no será un problema y todo estará bajo control.
– Usted se siente feliz y tranquilo por los resultados de su evolución. Usted evacuará los desechos de su metabolismo, es decir, orinará y defecará oportunamente y lo hará bien, sin dificultad, sin problemas.
Podemos emplear para cada momento imaginería, pues a través de ella resulta posible visualizar todo el proceso, cómo se hace con calidad, cómo funciona su organismo y como parte de éste su sistema inmune.
Como se ha podido observar, estas sugestiones se corresponden más con la cirugía mayor, pues en la cirugía menor, las sugestiones son más focalizadas hacia la pérdida de sensibilidad en la zona donde se trabajará y en las adyacentes más cercanas. Imaginariamente podemos emplear recursos de aplicación de supuestos anestésicos tópicos, intramusculares o subcutáneos para aumentar las sensaciones de anestesia y analgesia, validando siempre lo exitoso del proceder, una evolución satisfactoria y una buena actuación del sistema inmune.
Para todo lo que hemos dicho vale aclarar que la anestesia general es un término que implica pérdida de sensación y de conciencia; que la analgesia se refiere a la ausencia o disminución del dolor.
Hemos asegurado que la hipnoanestesia está dirigida a provocar insensibilidad y ausencia de dolor.
La hipnosis ha demostrado en diferentes estudios realizados por diversos investigadores (Brown y Fronm, 1986), que a través de ella se atenúan significativamente las mediciones fisiológicas y los reflejos nocioceptivos instigados por la estimulación eléctrica del nervio sural, denotando ello la realidad de que tiene efectos medibles en las personas más allá, incluso, de los peores escenarios, de sólo modificar o sustituir los rótulos verbales usados para describir una experiencia dolorosa no alterada (Benjamín Domínguez, 2001).
En nuestro medio se han efectuado investigaciones que en otros planos han perseguido validar la función de la hipnosis en el alivio del dolor.
Suárez y Cobián (1999) obtuvieron interesantes resultados con la combinación de técnicas cognitivo conductuales e hipnosis para modificar el umbral de tolerancia al dolor en pacientes neoplásicos, al estudiar 68 pacientes con cáncer que presentaban dolor somático o visceral. Los resultados revelaron mayores modificaciones en cuanto a la intensidad del dolor, el tiempo de exposición al dolor, así como en el aumento del umbral al mismo.
Para la comprensión de dicho fenómeno, también válido a su empleo en la cirugía, habría que partir de supuestos teóricos que tratan de explicarlo.
Son destacables en este sentido los basamentos de la teorías de la Neodisociación de Hilgard (1983), el enfoque cognitivo conductual (Barber y Wilson, 1977) y la sociopsicológica (Sarbin y Coe, 1977; y Spanos 1983); sin embargo la más convincente es la primera, donde se plantea que la analgesia hipnótica disminuye en la conciencia del dolor, una vez que la información nocioceptiva ha alcanzado los centros corticales superiores. Común a todas estas formulaciones es que parten de una contextualización muy psicológica para argumentar lo que ocurre en la analgesia hipnótica.
Por otro lado, en el campo neurofisiológico se inclinan hacia el hecho de que en estado de trance se involucre la inhibición centrífuga de la transmisión nocioceptiva (Melzack, 1968, 1999), así como aquellas que se orientan a reconocer la naturaleza multidimensional del dolor y, sobre todo, hacia la implicación de la hipnosis en la reducción del reflejo nocioceptivo R-III (reflejo nocioceptivo espinal específico).
Se sabe que los opiáceos endógenos y la morfina suprimen el R-III y controlan la nociocepción difusa, con la participación del nivel espinal y sus mecanismos inhibitorios. Considero, entonces, que tales argumentos pueden ayudar a comprender –sin ser absolutos- los mecanismos más reconocidos de la analgesia hipnótica.
<<Resumen tomado del libro La Hipnosis y sus aplicaciones Terapéuticas del Dr. Alberto Cobian>>