La Plaza del Estudiante de la Universidad de Ciencias Médicas se convirtió, esta mañana, en escenario de un matutino donde estudiantes y profesores rindieron homenaje al legado de Ernesto “Che” Guevara, médico, guerrillero y símbolo eterno de la lucha por los pueblos oprimidos.
Bajo un cielo que parecía inclinarse en respeto, las voces jóvenes se alzaron con fuerza y convicción, reafirmando que el Che no ha muerto: vive en cada aula, en cada consulta, en cada brigada médica que parte hacia los rincones más olvidados del mundo. Su estandarte flamea en la conciencia de quienes entienden que la medicina no es solo ciencia, sino también compromiso social y entrega revolucionaria.
Durante el acto, se recordó la faceta menos conocida pero profundamente inspiradora del Che como médico. Graduado en Buenos Aires, su paso por hospitales y comunidades marcó el inicio de una visión humanista que transformó la práctica médica en arma de justicia.
Los profesores destacaron como su ejemplo sigue guiando la formación médica actual: una medicina al servicio del pueblo, sin fronteras ni intereses mercantiles. En sus palabras, el Che es el paradigma del médico revolucionario, aquel que no teme al sacrificio si este significa salvar una vida o sembrar esperanza.
El matutino concluyó con la interpretación de poemas y canciones que evocan su figura, mientras se escuchaba el eco de su frase: “El verdadero revolucionario está guiado por grandes sentimientos de amor.”