El Che, asesinado en la Higuera, sigue vivo por su pensamiento y su accionar revolucionarios, su honestidad a toda prueba, inteligencia, capacidad de sacrificio, lealtad, honradez, liderazgo, creatividad, modestia, espíritu investigativo y de superación, atributos de un hombre que fue capaz de “forjar una voluntad con delectación de artista”.
El Che unía a su pasión revolucionaria una alta sensibilidad humana. El amor a la familia, a los hijos, su sentido del humor, su risa alegre y vibrante, … hasta la forma dura de decir siempre la verdad, de frente, y después no guardar reservas ni rencores. Fue precisamente esa sensibilidad humana la que lo llevó a dejar las cosas gratas de la vida por el combate sin tregua contra la opresión del hombre.
El Che es el sueño de la juventud de América y la verdad más profunda de esa juventud, a la que llamó “arcilla maleable de la sociedad” … ella es la fuente y reservorio de todas las esperanzas más promisorias de la humanidad. La nuestra, fiel al legado del Guerrillero Heroico construye día a día una patria justa y solidaria con todos los pueblos del mundo.