“Ya no te pertenecerás”, decía el sabio Esculapio a su hijo cuando lo aconsejaba ante la compleja decisión de convertirse en médico. Toda la razón tenía, porque si hay un profesional consagrado a su labor, es aquel que escoge el exigente, pero gratificante, camino de la Medicina.
Esculapio le advirtió a su hijo que el médico tiene que renunciar a su vida privada, su puerta quedará siempre abierta a todos; habrá quienes lo llamen solo en caso de urgencia, otros tan solo sientan la primera inquietud sin respetar su descanso; tendrá que estar siempre listo; deberá sobrarle la paciencia.
Cuba ha formado un ejército de batas blancas, presente hoy en cada punto de esta geografía.Y aún cuando la cotidianidad los abrume, como a todos, reconforta saber que nuestros médicos se consagran cada día.
El agradecimiento a todos estos profesionales de batas blancas que como diría el sabio “con alma estoica se satisfacen con el deber cumplido, se juzgan bien pagados con la dicha, de una madre o la sonrisa del que ya no padece”, se pudiese compensar a los que escogieron, sin dudar, esta noble profesión, llena de virtud y sacrificio.