Llego a la sala de quimioterapia ambulatoria del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología de La Habana; no husmeo en los cubículos situados a ambos lados del pasillo, pero adivino tras los cristales al enfermero o enfermera en plena labor frente a su paciente.
Aguzo mi oído y escucho las frases que sosiegan, que calman: ¡Tranquilo mi viejo…! ¡Verás que todo va a salir bien! ¡Estoy aquí contigo! ¡No tengas pena, llámame para lo que necesites! ¡Dime todo lo que sientes, mi amor! Y es que en este sitio, seis profesionales de la enfermería oncológica (cinco mujeres y un hombre) prodigan en grado sumo, ternura y profesionalidad hacia sus pacientes en cada jornada.
En este departamento están para suerte de todos los que allí llegan, entre otros: Lliset, Dayamí, Juan Carlos y Yulaisi, además de la secretaria.
Voy tras la entrevista, logro que una de ellas me describa una escena del día a día, cuando como hoy, más de 100 pacientes oncológicos reciben la quimio y junto al tratamiento, infinitas dosis de información, seguridad y esperanza.
Quien me atiende es la Licenciada Lliset Álvarez Pérez, jefa de este colectivo, quien llegó al centro en 1996 como técnica en Enfermería, para trabajar en la sala de Pediatría y una vez licenciada pasó al actual departamento como enfermera asistencial, hasta que por los resultados de su trabajo pasó a ser la jefa del actual departamento, en total lleva 30 años en la profesión.
Supimos por testimonios de pacientes, familiares y compañeros de la dedicación de Lliset, cómo es capaz de dirigir a su grupo, aunar voluntades, responder a pacientes y familiares, multiplicarse y ganar el reconocimiento de la jefatura de enfermería y la dirección del centro, en un colectivo pequeño pero que no escatima horas para el deber.
Sin embargo, para ir mucho más cerca de lo humano en esta mujer aún joven pero ejemplar profesional y que muestra un alto sentido de pertenencia a la institución donde presta servicios, madre soltera con todos los desvelos y responsabilidades que esto acarrea, le pedimos:
-Cuéntanos también de tu núcleo familiar y cómo enfrentas ambas responsabilidades
-Tengo dos hijos, uno de 21 años que prácticamente nació aquí y una niña de 14 años que traigo desde su primer grado, todos los días muy temprano, desde el alejado municipio de San Miguel del Padrón, a una escuela que queda cerca de la institución.
Ellos se han ido adaptando, en estos días llego a la casa a las 10:00 p.m. (hora de Cuba) porque nos falta la secretaria; mi hijo me llama y dice mamá ¿qué haces ahí tan tarde? Yo le explico y le doy tareas, ambos me ayudan mucho, el varón cocina, la niña hace otros quehaceres, ellos saben que le tengo mucho amor a este hospital y me apoyan.
-¿Lliset, qué mensaje le enviarías al resto de los enfermeros y enfermeras cubanos en este Día Internacional de la Enfermería?
Quisiera en primer lugar felicitarlos a todos en este día, saben que esta profesión es de amor, consagración y ética; a los más jóvenes que estudien mucho, que se preparen, se superen para que ganen el respeto de los demás, que ellos son el futuro, los que nos sustituirán en el mañana y confiamos en ellos.
-Y a los estudiantes que pudieran decidirse por la profesión en una provincia como La Habana, donde este personal no abunda todo lo que quisiéramos ¿Qué les dirías?
Les diría que esta profesión es muy bonita y muy necesaria; que los pacientes la agradecen mucho. Un paciente siempre se acuerda de la enfermera o enfermero que les dio cariño, que les dio amor en el momento más difícil; desde mi experiencia les digo que esta no es una profesión mala; si eres capaz, te organizas, cumples, tratas bien y con respeto al paciente y al familiar, te sentirás bien, realizado y satisfecho de ti mismo. Muchos volverán a verte, te querrán como familia y la mayoría te retribuirá todo el amor que le entregaste.
-Este domingo 13 de mayo se celebra el Día de las Madres. ¿Tienes alguna dedicación especial?
-Felicitar a mi mamá Lidia, a todas mis compañeras de trabajo y a mis amigas.
Esta reportera, también beneficiaria y testigo del trabajo del colectivo de enfermería de Quimioterapia Ambulatoria, tanto como el de Cirugía, otro muy destacado entre otros del Instituto de Oncología y Radiobiología, sabe de lo especial de este sitio, de cuánto merecen ellas y ellos y qué lugar ocupan en el corazón de cada paciente y familiar al que orientan, animan y acompañan. Por ello quisiera hacerme eco de la afirmación del médico canadiense William Osler: “La enfermería ha devenido una de las grandes bendiciones de la humanidad”.
Fuente: Radio C.O.C.O
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