La nueva normalidad, traída y llevada, en esa pretensión de retomar algunas de las actividades que acontecían antes de la presencia de la pandemia, nos muestra que aún estamos distantes de la verdadera responsabilidad. Las últimas semanas revelan el aumento de casos positivos a la Covid-19, y es sabido que la transmisibilidad es mayor en la nueva cepa, por tanto, es preciso ser comprometidamente responsable; y hablo de compromiso porque es la actitud que ha de primar, compromiso con la protección de la vida de sí mismo, de la familia, de los amigos, de todos.
No se puede ser ingenuo, esta pandemia nos deja inmensas lecciones: somos vulnerables, nos falta disciplina, y en ocasiones está ausente la percepción del riesgo, del peligro, de ahí que resulten visibles algunas manifestaciones, como el uso incorrecto del nasobuco, y estar unos muy cercanos a los otros en colas o en cualquier sitio.
Los Medios de Comunicación, las instituciones de la Salud Pública insisten en la importancia y necesidad de cumplir las medidas orientadas; en los colectivos laborales debe perdurar el control del estado de los trabajadores y también el rigor en todo lo establecido para enfrentar y frenar esta pandemia.
Es menester en el orden individual interiorizar la gravedad de cuánto hoy sucede en Cuba y el mundo, evidentemente tenemos que aprender a convivir con ese virus pero desde la mayor responsabilidad. A cuanto espacio público se acuda ha de hacerse con la máxima precaución.
Quizás para algunos resulte tema repetido, pero no habita el cansancio en el decir cuando va implícito el llamado una y mil veces más a salvar la vida. La Covid nos ha estremecido, asustado, enlutado y entristecido y esa debe ser lección aprendida sino queremos retroceder más.
Cada quien es dueño de su destino pero, también en este caso tiene en sí mismo el de quienes le rodean. Es hora ya de interiorizar, que la normalidad requiere del actuar de personas responsables y disciplinadas, es imprescindible ganar en conciencia y en gratitud.
Conciencia para actuar con madurez y responsabilidad. Gratitud para corresponder el esfuerzo de quienes no descansan tras la búsqueda de soluciones, a los que no escatiman horas para disponer conocimientos y consagración en ese empeño de salvar la vida, son esos que desde el más inmenso humanismo libran una batalla desigual contra el virus.
Entonces, una vez más, seamos responsables, es una urgencia para seguir disfrutando de la vida.