Consciente de los efectos negativos que genera el uso indebido, la producción y el tráfico ilícito de drogas y substancias psicotrópicas para el individuo, debido a sus efectos físicos y psicológicos que limitan la creatividad y el pleno desarrollo potencial humano y que atenta contra las estructuras económicas, sociales políticas y culturales de los estados, en 1987, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió celebrar el 26 de junio el Día Internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas para dar una muestra de su determinación de fortalecer las actividades y la cooperación encaminadas a alcanzar una sociedad internacional sin uso indebido de drogas.
El lema de este año es: “Hablemos de drogas, la información salva vidas”, una consigna que invita a todas las personas, sociedad civil y los gobiernos a dejar de lado el tabú que generan estos temas y hablar abiertamente sobre las drogas, sobre todo con las y los jóvenes quienes están más expuestos a este peligro.
El objetivo es combatir la desinformación y promover el intercambio de datos sobre las drogas, desde los riesgos para la salud y las soluciones para abordar este problema, hasta la prevención, tratamiento y atención basadas en evidencia. En este sentido, el lema no podría ser más oportuno. No solo por los cambios en las políticas de drogas a nivel global, que están dando como resultado una transformación del paradigma respecto al uso de sustancias. También, porque la pandemia por COVID-19 nos ha dado una lección sobre la manera en que gestionamos la información y la importancia de contar con datos fiables que apoyen a las personas en la toma de decisiones.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a las drogas como cualquier sustancia psicoactiva que en el interior del organismo viviente puede modificar su percepción, estado de ánimo, cognación, conducta o funciones motoras. En esta definición se incluye al alcohol y tabaco, además de las drogas ilegales y médicas. El consumo de drogas sigue en aumento y el mercado de sustancias se encuentra en constante evolución. Aunque las drogas de uso más frecuente en el mundo siguen siendo el cannabis, los opioides y los estimulantes de tipo anfetamínico, las nuevas sustancias psicoactivas representan un desafío clave para los gobiernos.
Las nuevas sustancias psicoactivas (NSP) son un grupo de drogas diseñadas para imitar en su estructura química y efectos a las drogas ilícitas existentes, y que al ser “nuevas” no están sujetas a regulación internacional. Son precisamente esos vacíos legales los que son aprovechadas para su comercialización. Tan solo en 2019, fueron detectadas 541 NSP por la UNODC, un aumento del 314% en lo que respecta al número de sustancias notificadas hace diez años.
A los desafíos emergentes, se suman las problemáticas a las que no se ha prestado suficiente atención en el pasado. Si bien el mayor incremento del consumo de drogas se observa entre los jóvenes, debemos estar atentos a la forma en que las mujeres están igualando poco a poco las prevalencias de consumo respecto a sus pares hombres. El uso combinado de drogas es cada vez más frecuente y plantea grandes riesgos para la salud de jóvenes y adultos. El uso sexualizado de sustancias parece convertirse en una cultura recreativa o del ocio, que puede favorecer la transmisión de enfermedades infecciosas como VIH (virus de la inmunodeficiencia humana) o hepatitis C, embarazos no planificados, y es capaz de contribuir a la violencia. Asimismo, a medida que la población está envejeciendo, hay un grupo “invisible” de adultos mayores que son consumidores de sustancias y que necesitarán atención especializada.
Ante este panorama, el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas es una oportunidad que puede ser aprovechada para difundir un espíritu de solidaridad compartido para afrontar los nuevos retos. Una forma de encarar el problema de las adicciones es través de la información. Por ello, la campaña invita a todas las personas a adoptar una postura firme contra la desinformación y las fuentes que no son fiables, al mismo tiempo que nos comprometemos a compartir solo datos reales sobre las drogas que estén respaldados por la ciencia y, de esta manera, contribuir a salvar vidas.