Queridos médicos:
Hace cinco años, cuando se inició el Programa Más Médicos para Brasil, no imaginábamos que enfrentaríamos las circunstancias que nos condujeron hoy a estar aquí.
Les damos una calurosa bienvenida a la Patria, aunque en realidad ustedes nunca se fueron, sino que se llevaron a Cuba consigo hasta los rincones más apartados de Brasil, hasta el nordeste árido y pobre, hasta la selva amazónica y hasta el interior de las barriadas satélites que esconden la miseria en las grandes ciudades.
Ahora regresan enriquecidos con el cariño y la admiración del pueblo brasileño; el mismo que ustedes supieron ganarse desde el primer día, con su humanismo, sencillez y profesionalidad.
Los médicos cubanos siempre hemos estado al lado del deber, aún en las circunstancias más complejas: en crisis políticas, en golpes de Estado, en invasiones militares extranjeras, terremotos, huracanes, en epidemias temibles como el Ébola y en los lugares más agrestes del planeta, pero siempre sobre la base del respeto y el reconocimiento.
Los pronunciamientos amenazantes y provocadores del presidente electo Jair Bolsonaro, ratificados al día siguiente de su elección, nos confirmaron que estaba dispuesto a afectar la atención de salud de más de 30 millones de brasileños. Nunca se había ofendido tanto y en tan corto tiempo a nuestra escuela de salud y a nuestros profesionales, mintiendo de forma grosera, ofreciendo prebendas legales con el perverso fin de engañar, confundir, construir una gran operación de ruptura del Programa y desacreditar, por esa vía, una de las conquistas más grandes de nuestra Revolución.
Entendemos perfectamente que la decisión de no continuar en el Programa Más Médicos, tiene un impacto en el pueblo brasileño, lo cual resulta doloroso para nuestro país, que siempre ha considerado la atención de salud como un asunto de máxima prioridad, más allá de cualquier consideración de índole política.
También conocemos la repercusión que tiene en los proyectos de cada uno de ustedes y su familia, que en muy poco tiempo han tenido que crear el mínimo de condiciones, para poder cumplir la evacuación que ha sido necesaria organizar; pero como mismo nos han enseñado a valorar con especial sensibilidad la vida de los pacientes; el pueblo, sus familias y nosotros, estamos en la obligación de defender el valor que cada uno de ustedes resume y garantizar el respaldo a su dignidad y seguridad, a partir del probable escenario de hostilidad, procesos penales, hostigamiento y medidas ofensivas que podrían enfrentar con la toma de posesión de Bolsonaro.
Estén convencidos que este retorno a la patria no es un final, sino un nuevo comienzo. Su labor siempre será útil y de extremo valor, tendrán la posibilidad de reincorporarse a sus puestos de trabajo, nuevas tareas en el orden profesional o podrán optar por una nueva misión en el exterior, donde se requiera su presencia y sean bienvenidos y respetados.
Sabemos que los acompaña un sentimiento de pesar por todo lo que dejan atrás, por el paciente al que había que darle seguimiento, por la comunidad que comenzaba a cambiar sus indicadores de salud, y también porque les preocupa qué pasará con los brasileños que quedarán sin atención médica. Así nos enseñó a pensar y actuar el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro.
Uno no puede menos que emocionarse al ver las imágenes y escuchar las historias de las despedidas organizadas de manera espontánea en miles de puntos de la inmensa geografía de Brasil. Saben ellos, igual que nosotros, que la soberbia, la prepotencia y la falta de decoro de una minoría dirigente y privilegiada en ese país, es la responsable de que ustedes se hayan visto obligados a dejar sus puestos de trabajo. El pueblo brasileño y la historia sabrán otorgar las responsabilidades a cada cual.
Pero ustedes pueden sentirse orgullosos por el deber cumplido. El pueblo cubano los recibe como lo que son, verdaderos héroes de esta Patria. Una patria que no se amedrentará jamás ante las amenazas y las provocaciones, ni permitirá afrenta alguna a la dignidad y el prestigio ganado con la sangre de sus mejores hijos.
Quiero reiterarles que estamos orgullosos de cada uno de ustedes, como lo estamos del resto de los colaboradores cubanos de la salud que cumplen misión en otros 66 países, así como de quienes garantizan la salud de nuestro pueblo, en lo que podríamos llamar el primer frente de combate.
Cada uno de ustedes confirma aquella máxima de Fidel, cuando dijo sobre nuestra profesión:
“Lo más importante habrá de ser su consagración total al más noble y humano de los oficios: salvar vidas y preservar la salud. Más que médicos, serán celosos guardianes de lo más preciado del ser humano; apóstoles y creadores de un mundo más humano”.
Ustedes son eso, son más que médicos; son un símbolo del país que los formó y una muestra del tipo de hombres y mujeres a los que aspiramos en nuestra sociedad, basada en la justicia y el humanismo, no en la ley del más fuerte.
Sabemos que la Revolución puede contar con ustedes y ustedes siempre podrán contar con la Revolución.
Bienvenidos a Cuba y sientan en lo más hondo los versos del himno que hoy todos hemos cantado: “La patria los contempla orgullosa”.
¡Hasta la victoria, siempre!