La Sociedad Cubana de Nefrología y el Instituto Nacional de Nefrología les invita a participar en el homenaje a los profesores fundadores del instituto de dicha especialidad el jueves 1ro noviembre a la 1 de la tarde en el 5to piso del Hospital Albarrán(Clínico de 26).
La historia de la nefrología es joven y, por suerte, Cuba tiene a dos de sus fundadores para enseñar y contar sobre aquellas jornadas épicas de principios de la Revolución, cuando prácticamente estos noveles galenos, empujados por otro de más experiencia, forjaron una especialidad que salva vidas y previene enfermedades renales.
“Antes de 1959 se aplicaban diálisis para los casos de insuficiencia renal aguda en tres hospitales de La Habana —quizás uno de los primeros lugares de América Latina donde se hacían—, y a todos iba el mismo médico a realizarlas. Él se había entrenado en Estados Unidos, con el inventor de los riñones artificiales”, recordó el profesor Reynaldo Mañalich Comas.
“Aquel médico salió del país; nunca quiso enseñar la técnica de la hemodiálisis, y cuando se fue le quitó toda la información al material que quedaba en los almacenes, supuestamente para dañar a la Revolución, aunque en realidad a quienes perjudicó fue a los pacientes que se les practicaban diálisis para que les diera tiempo a recuperarse, porque si no fallecían”, señaló el profesor Charles Magrans Buch.
Como ángeles salvadores estaban ellos entonces, encabezados por el doctor Abelardo Buch López, quienes trabajaban en la sala de medicina interna del hospital —actual Joaquín Albarrán—. “Allí quedaron los riñones artificiales y seguimos haciéndolas nosotros a pacientes que venían de todo el país, pues había muchos abortos complicados y transfusiones de sangre incompatibles y las personas caían en insuficiencia renal aguda”, rememoró el Doctor en Ciencias Médicas Mañalich Comas.
En los primeros años de la década de los 60 del pasado siglo, ese trío pasaba casi el día entero en el hospital porque llegaban casos a todas horas; se hicieron nefrólogos por necesidad. Por conocer de tan descomunal esfuerzo, el ministro de Salud Pública de esa época orientó desarrollarla y crear el Instituto Nacional de Nefrología, en las propias áreas del Albarrán. Se tomó el 24 de noviembre de 1966 como fecha de la fundación.
“Esta especialidad, que trata de detectar enfermedades primarias del riñón o algunas urológicas que puedan dañar ese órgano y llevar a su insuficiencia, se ha desarrollado, nos multiplicamos, salimos al exterior a buscar las mejores experiencias, transmitirlas a otros colegas; hoy existen más de 300 nefrólogos y se hacen hemodiálisis en todo el país”.
Así afirmó Mañalich, quien siente “la satisfacción de haber salvado a tantas personas complicadas de afecciones renales, a quienes se les ha trasplantado el órgano o se mantienen en diálisis; de enseñar a las generaciones que nos han precedido para superarnos, porque la especialidad se mejora por año, y de ponernos a la altura de otros países de América Latina y del mundo”