El reto de quedarse en casa desde la perspectiva de la infancia

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Por Lic. Dayli Rizo

El aislamiento social necesario en el enfrentamiento a la pandemia que hoy azota al mundo, trae aparejado una serie de cambios en la dinámica de los seres humanos, que requieren de reajustes para lograr adaptarnos a la realidad que se necesita. Los menores han afrontado las transformaciones en sus rutinas diarias con valentía y madurez. No obstante, este confinamiento tiene consecuencias en su desarrollo y un impacto en su salud emocional. La personalidad en formación de los niños aún no consta con características o rasgos personológicos estables que los proteja psicológicamente de una situación adversa tales como: la resiliencia, la potenciación de la autoestima, los recursos de afrontamientos, la capacidad de tomar decisiones y resolución de problemas. Es por ello que el impacto psicológico en los niños va a depender del manejo de la situación por parte de los adultos.

Los adultos deben evitar que estas emociones negativas los conduzcan a usar métodos educativos inadecuados y hasta violencia infantil (en sus distintas modalidades), sino, además, a asumir actitudes potencialmente psicopatógenas que pueden favorecer la aparición de trastornos psicológicos en los niños. Somos seres socioculturales: los hábitos y estilos de vida de los niños en Cuba no son los de otros países.

Resulta necesario crear y /o fomentar responsabilidad con el autocuidado. Las normas de higiene que deberían existir como habituales deben reforzarse usando estrategias creativas, los primeros tiempos hasta que se instaure el autocuidado como un patrón, o sea se interiorice. El manejo de la restricción de salida del hogar debe ser el resultado de un diálogo que conduzca a la aceptación y al convencimiento, cuidando el exceso de detalles en los más pequeños y sustituyendo el cúmulo de información por estrategias de cambio del foco de atención como: orientarlo a actividades más placenteras para ellos en el momento en que la necesidad resulte más evidente.

En la adolescencia se deben evitar los conflictos generados por la prohibición autoritaria de las salidas, puesto que la rebeldía es una característica de la etapa y en este caso lograríamos el efecto contrario al deseado. El hogar debe ser multifuncional, convertirse paralelamente en escuela, parque, gimnasio, área de juego y hasta centro nocturno. Garantizando espacios y tiempo para realizar actividades de ocio, ejercicios físicos y cumplir con las responsabilidades escolares. Los adultos deben aumentar el nivel de tolerancia a la realización de actividades variadas dentro del hogar. Es un momento adecuado para crear y/o fomentar hábitos y valores como la responsabilidad y cooperatividad con las actividades en el hogar. Otorgar tareas y verificar su cumplimiento funciona, además, como fuente de distracción para ellos, haciéndoles sentirse útiles y elevando su autoestima. Resultan muy efectivos los horarios estables para la realización de actividades escolares, los horarios matutinos garantizan un mejor rendimiento académico. Los niños no deben confundir este período con la etapa vacacional, la visión a transmitir debe ser que la escuela ahora sesionará en el hogar y que su maestra continuará indicando y supervisando las actividades, manteniendo estrategias de motivación.  Debemos evitar el desfase de los horarios de sueño, baño y alimentación. Manejar adecuadamente la información que se ofrece al niño en relación con la enfermedad en correspondencia con la edad, es necesario. Se les debe proteger del exceso de información tanto visual como verbal. Las consecuencias de la pandemia, los comentarios alarmistas y la exposición a estadísticas sobre fallecidos pueden generar síntomas psicológicos en los niños, prevaleciendo el miedo a la enfermedad o la muerte propia y de familiares y las reacciones de ansiedad. Imprescindible el control del uso de los videojuegos y el consumo del internet, pues la adicción a los mismos, se considera un Trastorno mental. Se impone, en las circunstancias actuales, limitar el tiempo, supervisar los argumentos de los juegos y los contenidos y accesos en el internet en el caso de los adolescentes.

Una estrategia útil puede ser utilizar juegos u orientaciones en los móviles o tabletas para ser aplicadas en la práctica tales como: manualidades, origami, instructivos de pintura, juegos de mesa etc… Las actividades seriadas que mantengan la motivación como: leer todos los días un cuento del mismo libro, acumulación de puntos o premios por actividades realizadas en días distintos, capítulos de una misma serie televisiva dosificados por días y horarios son una alternativa viable. Se invita a la comprensión y manejo adecuado de las conductas de los niños pues, en ocasiones, no expresan los estados emocionales negativos igual que los adultos. La tendencia es a mostrarse más irritables, hiperactivos y transgresores de normas y es precisamente la manera en que emocionalmente expresan su inconformidad, inadaptación o intolerancia a la realidad actual. La violencia física y/o verbal no es una salida. Es momento de enseñarlos a canalizar adecuadamente dichas emociones comenzando por relajarlos, enseñarles a manejar la ansiedad con técnicas simples como: soplar para inflar un globo imaginario, o respirar lenta y acompasadamente. Debemos inspirar seguridad, hacerles saber que la situación pasará. Ofrecerles opciones más pasivas y atractivas para ellos, abrazarlos y utilizar juegos como recordar buenos momentos anteriores con la certeza de que se repetirán.

La permanencia en casa tiende a crear un mayor número de situaciones que ameriten corrección. Debemos ser selectivos para determinar cuáles son verdaderamente estas situaciones y evitar el regaño por conductas propias de los niños tales como correr, saltar.  Emplear el diálogo como método de elección y en casos en los cuales sea improductivo acudir a las prohibiciones de actividades preferidas. Evitar actitudes potencialmente psicopatógenas por parte de los adultos fundamentalmente la sobreprotección transmisora de miedos y ansiedades. La permanencia en casa invita a realizar actividades para estimularlos cognitiva y afectivamente. Interactuemos más, participemos de sus juegos, enseñémosle a solucionar problemas y por qué no formemos los tan necesarios valores. Valoremos estas pautas y aprovechemos este espacio en casa con nuestros niños. Es más fácil construir niños fuertes que reparar adultos rotos.

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