La última vez que se vio la Plaza de la Revolución abarrotada fue el primero de mayo de 2019. El mundo siempre mira con rareza el desfile que se hace en Cuba por el Día Internacional de los Trabajadores. Quizás porque en todas las latitudes no se vive igual. La última foto de todo el país caminando por las plazas, con banderas, carteles, con música, sin mascarillas… fue aquel primero de mayo, hace tres años.
Después todo cambió, en Cuba y en el mundo. En 2020, aquella jornada internacional se tradujo en ciudades desoladas, plazas vacías y mucha gente, en medio de la pandemia, luchando por salvar a otros en hospitales y centros de aislamiento. En Berlín, por ejemplo, un cartel sobre el pavimento, frente a la puerta de Brandeburgo, decía: “Uno no está solo en solidaridad”. En Zúrich se vio a un hombre tocando un saxofón en su balcón.
En Cuba, se colgaban banderas en los balcones y ventanas, y la gente aplaudía, a sus médicos, a un país que se desangraba en la lucha contra la COVID-19. A un país que salvaba.
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