Azra Jafari, la primera alcaldesa de Afganistán

Azra Jafari llegó al ayuntamiento de Nili, capital de la provincia central de Daikondi, investida como la primera alcaldesa de Afganistán.

Envuelta en un velo malva, la mujer de 40 años tiene una fuerte batalla que librar y es el hecho de ser fémina en un pueblo rural que jamás ha visto a nadie de su sexo ocupar un cargo público.
Ella deberá llevar las riendas de un empobrecido pueblo afgano con problemas vinculados a la carencia de salud y educación, a la falta de carreteras y de otras infraestructuras necesarias, así como del dinero para construirlas.

Jafari explicó en declaraciones a la prensa que la guerra entre las fuerzas extranjeras -sobre todo la emprendida por Estados Unidos contra el talibán en 2001- y la insurgencia derrumbó la esperanza de alcanzar la añorada Afganistán, con 35 millones de habitantes.

Pero, la mujer se aferra a la idea de poder desempeñar un buen papel en la alcaldía de Nili (localidad con 40 mil habitantes), cuyo puesto alcanzó con mucho trabajo, según sus propias afirmaciones.

Cuando llegó a su despacho (una oficina improvisada y sin calefacción) descubrió que el pueblo no tenía nada. “Todo lo que hacía falta construir debía ser construido de cero”, recordó, y no tenía presupuesto.

Cuando llegué, mi oficina había sido destruida por la nieve, básicamente era un cuarto con almohadas; sin mesa ni sillas, solo un par de personas dispuestas a darme una mano, puntualizó el reporte, divulgado por la web del diario Khaama Press.

Nili no es un lugar en el cual se pueda andar en coche, muchas veces he tenido que salir de un sitio a otro sobre la nieve, con los pies empapados, insistió.

La alcaldesa señaló que otro de sus desafíos es demostrarle a sus compañeros políticos que puede aguantar la presión del escrutinio que en Afganistán se somete a las mujeres.

“Hay muchos hombres sin deseo de trabajar, que han malgastado el dinero, y mi tarea es recuperar las finanzas e intentar echar adelante a la localidad del país asiático”, explicó.

Lo primero es construir carreteras para vincular Nili con Kabul, porque ella misma viaja a la capital afgana a menudo para luchar por subvenciones.

Recordó que es peligroso el camino y en más de una ocasión ha estado a punto de perder la vida en la temporada de nieve.

Mi objetivo a largo plazo, agregó Jafari, es dejar una lección para la posteridad, y con suerte para el resto de las generaciones de mujeres en Afganistán: “No importa que seas hombre o no, sino que trabajes duro y te tomes tus responsabilidades en serio”.

Además, dijo, espero que cuando las tropas extranjeras dejen Afganistán, la nación se pueda levantar de tanto conflicto bélico y busque el desarrollo social y económico sin rastros de corrupción.

Señaló que el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos publicó un informe que revela cómo la malversación en Afganistán agrava la pobreza y la desconfianza popular frente a las misiones extranjeras.

En un extenso análisis de la situación de miseria en Afganistán, el organismo denunció el abuso de las autoridades y de otras entidades que detentan el poder.

Raramente se toman decisiones de interés popular, comentó la alcaldesa, y frecuentemente se sobreponen los asuntos particulares en detrimento del bien general.

También la arraigada impunidad, los procesos políticos que no funcionan y las normas culturales que marginan a las mujeres y a otros grupos perpetúan injustas estructuras de poder, exteriorizó.

Por muchos años, las féminas han sufrido la marginación, no han sido tomadas en cuenta desde el punto de vista social, lo cual ha derivado que Afganistán sea una nación con una alta tasa de mortalidad materna e infantil.

A pesar de los 35 mil millones de dólares inyectados por la comunidad internacional en el país entre 2002 y 2009, uno de cada tres afganos vive en condiciones de pobreza absoluta, insistió la política.

Concluyó Jafari que esa suma de dinero se ha usado principalmente en asuntos vinculados a la seguridad, por tanto no sorprende que solo el 23 por ciento de la población tiene acceso a agua potable y solo el 24 mayor de 15 años sabe leer y escribir.

*Periodista de la redacción Asia y Oceanía de Prensa Latina.

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