Calixto García Íñiguez (4 de agosto de 1839 – 11 de diciembre de 1898) fue un líder insurrecto cubano durante la Guerra de los Diez Años (1868-1878), la Guerra Chiquita (1879-1880) y la Guerra Necesaria (1895-1898). Hombre de escasa formación, la mayor parte de la cultura personal que pudo obtener fue de tipo autodidacta. De gran provecho fueron sus dos etapas como desterrado en España (1874-1878 y 1880-1895), gracias a la amistad que trabó con algunos intelectuales españoles y a la lectura en bibliotecas públicas.
Rompiendo la tradición familiar de lealtad a la Metrópolis española, se unió a la Guerra de los Diez Años, alzándose en la Finca Santa Teresa, en Jiguaní, acompañado de otro destacado combatiente, Donato Mármol. Por los continuos movimientos a que estaban sujetos los generales Thomas Jordan, Máximo Gómez y Modesto Díaz, y ante la imposibilidad de extender las acciones de Vicente García (parapetado en los campos de Las Tunas) hacia esa zona, se hacía necesaria la presencia de un oficial organizador.
Allí organizó a las dispersas partidas mambisas bajo una férrea disciplina y mantuvo en jaque a las tropas españolas en las zonas cercanas a las ciudades de Holguín, Banes, Gibara, Mayarí, extendiendo luego sus actividades hasta Moa, en la época en que Maceo llevaba a cabo su histórica campaña de Guantánamo. Una de sus principales labores fue la de proteger los desembarcos de las expediciones cargadas de armas y patriotas, las cuales por desgracia no se hicieron ni en la cantidad necesaria ni con la coordinación adecuada.
En 1874, mientras intentaba impedir conversaciones de paz entre oficiales españoles y algunos jefes cubanos en la zona entre Manzanillo y Bayamo, no autorizados por el Gobierno de la República de Cuba en Armas, el cinco de septiembre de 1874, el ya Mayor General Calixto García fue sorprendido con muy pocos hombres por una columna enemiga en el lugar conocido por San Antonio de Baja. En tan desigual encuentro y ante la posibilidad de caer prisionero prefirió el suicidio y luego de gastar todos sus cartuchos se aplicó el llamado “tiro de la vianda”. Se hizo un disparo en el paladar con su revólver sin poder lograr su objetivo, pues sobrevivió y gravemente herido fue apresado por las tropas españolas de Francisco Ariza Gómez. Primeramente lo condujeron al poblado de Veguitas, donde los médicos militares españoles le salvaron la vida y de ahí lo llevaron a Manzanillo. Luego a Santiago de Cuba, y a La Habana.