Tras dos años de pandemia y el inicio del confinamiento en España, repasamos errores y lecciones positivas con siete de los mayores expertos españoles.
Dos años de pandemia, más de tres meses de confinamiento en España, 10 000 millones de vacunas contra la covid-19 inyectadas en todo el mundo y seis millones de muertes oficiales que son en realidad 18 millones, según un estudio publicado en la revista The Lancet.
Los números macro que ha dejado a su paso un diminuto virus de apenas 30 000 letras genéticas -el genoma humano tiene 6m400 millones- son aterradoras sólo 24 meses después de la declaración de pandemia de covid-19 por parte de la Organización Mundial de la Salud en marzo de 2020. Sin embargo, el esfuerzo investigador por tener una inmunización efectiva en tiempo récord permite a muchos gobiernos occidentales hablar ya del fin de las mascarillas y las restricciones… de una pronta vuelta a la normalidad.
Pero, ¿queremos volver a la normalidad? «¿No será mejor dar un paso hacia algo mejor de lo que teníamos?», se pregunta la directora de la Unidad Clínica de Investigación del Departamento de Matemáticas de la University College de Londres, Christina Pagel, en el editorial de la revista Science recientemente publicado.
Y cierra con una afirmación: «Resulta imperativo que el mundo emplee la ciencia para poner sentido a los desafíos. Los últimos dos años hemos demostrado que juntos podemos hacer grandes cosas, si decidimos que son necesarias. La vieja normalidad no es suficiente».
Para lograrlo es fundamental aprender de los errores cometidos y también de las cosas que se han hecho bien. La propia revista Science, hace balance en un especial sobre el aniversario de la pandemia y repasa a escala global todas las áreas en las que se han dado pasos de gigante o andamos aún estancados, tanto en el aprendizaje de convivencia con el virus como en las huellas que va dejando.
Trabajo sin descanso en busca de soluciones
Ya en el propio editorial la prestigiosa publicación científica pone el acento en lo fácil que resultó la secuenciación del genoma del SARS-CoV-2 y cómo esto posibilitó la creación de vacunas. «Los científicos trabajaron día y noche para desarrollar vacunas y terapias. Sorprendentemente, se desarrollaron varias vacunas y se distribuyeron miles de millones de dosis en menos de un año». Pero advierte de que «nuestro mayor defecto es la distribución desigual de vacunas, terapias y sus tecnologías».
Coincide con esta visión de Science José María Martín-Moreno, doctor en Epidemiología por la Universidad de Harvard y catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Valencia: «Incuestionablemente las vacunas contra la covid-19 han sido la mayor contribución científica en estos dos años. Y precisamente el no haber sabido y decidido hacer accesibles las vacunas contra la covid-19 para los países de bajos ingresos, es uno de nuestros mayores fallos globales como sociedad desarrollada».
Distintos expertos subrayan en la publicación otro de los grandes obstáculos: «La desinformación y el mal gobierno durante la pandemia mataron a muchas personas. Debemos reflexionar: ¿Cómo traducimos la buena ciencia en buenas políticas y comprensión benigna? ¿Cómo aseguramos la vigilancia global de enfermedades y la atención médica universal?». Y llegan a la conclusión de que «debemos aprender a cerrar estas brechas para evitar millones de muertes e innumerables familias destrozadas en la próxima pandemia».
Enfermedades zoonóticas y distancia
Entre las lecciones que nos deja el covid-19 queda patente la importancia de las enfermedades zoonóticas y los saltos de especie. Edward C. Holmes, del Instituto de Enfermedades Infecciosas de Sídney (Australia), pone el acento en «cómo se ha adoptado el distanciamiento físico para amortiguar la propagación de la covid-19, para minimizar la morbilidad y la mortalidad. Deben desplegarse enfoques similares para mejorar la forma de separarnos de la vida silvestre», opina.
Pese a la obviedad de la afirmación que recogen en otro de los artículos: «La capacidad de contener un patógeno emergente depende de la capacidad de aislar individuos infecciosos», el análisis firmado por Katia Koelle, del departamento de Biología de la Universidad de Emory de Atlanta, pone de manifiesto una de las claves de esta pandemia: las cuarentenas como método para cortar la transmisión. Además, de poner en marcha métodos no farmacológicos, como las restricciones, el distanciamiento social, mascarillas.
Con todas estas lecciones aprendidas, ¿seríamos capaces de enfrentarnos de nuevo a una nueva enfermedad infecciosa que pudiera causar otra pandemia? «No, sería catastrófico si ahora tuviéramos un impacto similar con otra pandemia. Debemos recuperarnos y reforzar el sistema sanitario… salud pública, atención primaria, hospitalaria…», no lo duda Joan Caylá, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología.
«Habrá nuevas pandemias, se seguirán produciendo porque las condiciones que han favorecido ésta siguen existiendo. Hay un problema claro vinculado al calentamiento global», opina Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología. «Se modifica el nicho ecológico de los procesos transmisibles, se modifica la ecología y eso significa, lógicamente, mayor posibilidad de tener que convivir con problemas».
Centrando el debate en España, el escenario no es muy diferente. «Ha sido un error importante en España haber considerado a las enfermedades transmisibles como una cosa del pasado. Los epidemiólogos de campo dedicados a las enfermedades de declaración obligatoria (EDOs) constituyen un grupo reducido y ahora se han tenido que dedicar a tiempo prácticamente completo al covid aparcando las EDOs», dice Caylá.
Lecciones contra la covid-19, ¿aprendidas y anotadas?
Casi de forma unánime, los expertos consultados coinciden en señalar dos puntos débiles, dos errores cometidos que es necesario enmendar para no caer dos veces en el mismo error: la toma de decisiones basada en datos científicos sin interferencias políticas y el refuerzo de las estructuras sanitarias y de vigilancia.
«Los errores han sido humanos, pero no podemos dejar de ubicarlos fundamentalmente en la parte de los gestores de la pandemia, que no han querido o no han sabido rodearse de una base científica sólida», explica Martín-Moreno. «Eso ha conllevado a ir siempre en lugar de forma proactiva… por detrás de la evolución del virus, con medidas de sube y baja, heterogéneas e inconsistentes en diferentes regiones, no siempre fundamentadas ni explicadas».
«El máximo error que yo he visto desde el principio ha sido realmente no haber financiado, reestructurado y no haber puesto mucha más gente y dinero para poder coordinar y llevar a cabo todas las necesidades de salud pública que ha puesto de manifiesto la pandemia», asegura Manuel Franco, profesor en las universidades de Alcalá y Johns Hopkins y portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas).
La Agencia de Salud Pública, un instrumento necesario
En este sentido, la creación de una Agencia de Salud Pública aparece como una constante entre las demandas de los expertos. «Si algo se ha aprendido es que se necesita la creación de la Agencia de Salud Pública, otro instrumento que yo creo que es muy valioso para abordar todo lo que es la dinámica que se plantea desde el campo de la salud pública. Porque la estructura de salud pública estaba debilitada», asegura García Rojas.
«La Ley de la Agencia Estatal de Salud Pública será un test de alta exactitud para saber si quienes deben han tomado buena nota de lo que ha ocurrido y de las evaluaciones realizadas. Si se diseña una agencia reorganizando dispositivos actuales y sin la independencia y conexión territorial adecuada, habremos fracasado», añade Ildefonso Hernández, catedrático de Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández de Alicante.
Más recursos y mejor coordinación
Para José Antonio López Guerrero, director del grupo de Neurovirología del Departamento de Biología Molecular de la Universidad Autónoma de Madrid, el error principal que hemos tenido en España es que «cada comunidad autónoma ha hecho la guerra por su cuenta, no ha habido una coordinación. Además, muchas decisiones científicas han estado supeditadas por intereses políticos partidistas y electoralistas… Eso ha causado irremediablemente sufrimiento, desafección y hastío en la población, que no sabía a qué atenerse». Y a eso se añade una falta de liderazgo único en los momentos en los que no ha estado activo el estado de alarma que ha generado situaciones de inequidad y desconfianza. «La falta de claridad ha llevado a sentencias legales contradictorias ante escenarios básicamente equivalentes, lo que ha originado la lógica perplejidad y pérdida de confianza de la ciudadanía», opina Martín-Moreno.
«Quiero alertar a las autoridades de que las nuevas estrategias y documentos se realicen de forma correcta. De verdad, no podemos estar en una situación en que las actualizaciones de las estrategias se basen en reclamaciones posteriores», advierte Cristina Avendaño, portavoz de Facme (Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas).
Para muchos de estos expertos, las administraciones no han sabido o no han querido tomar las decisiones adecuadas en base al conocimiento científico que se iba generando. Un ejemplo es la ventilación en interiores. «Una y otra vez los virólogos hemos advertido de que con un virus que se transmite de forma aérea, la ventilación de interiores es fundamental, es la mejor manera de luchar, sobre todo en hostelería, en locales públicos, ocio y demás», explica López Guerrero. «Pero más allá de recomendar en los colegios abrir las puertas y las ventanas, poco se ha hecho desde el punto de vista institucional, administrativo».
¿Cómo nos preparamos para una nueva pandemia?
Entonces, ¿qué hay que hacer para estar preparado para otra futura amenaza sanitaria? «Hay que fortalecer el Sistema Nacional de Salud, hay que cuidarlo, hay que mimarlo», reclama García Rojas. «Eso pasa por hacer una mayor inversión en las áreas más debilitadas por la vertiente de atención primaria y la estructura de salud pública, sin olvidar también la atención especializada. Este conjunto ha demostrado que ha sido la piedra angular del abordaje de la pandemia». «De otros países se podría imitar el establecimiento de sistemas de vigilancia en salud pública instantáneos, digitalizados, flexibles y eficientes», dice Ildefonso Hernández.
La información, cómo circula, quién la genera, en qué se basa… es otro de los puntos clave sobre los que tomar nota. Pocas veces en la historia reciente ha habido tanto interés global por un mismo tema, y eso ha disparado la producción de bulos e informaciones falsas, unas veces bien intencionadas y otras sirviendo a distintos intereses. «Una cuestión pendiente es aprender a contrastar la información y educar en el fact-checking, porque tendría que haber un organismo nacional al margen de las iniciativas privadas que ayudara a desmentir bulos para que los ciudadanos no se pierdan en informaciones erróneas», opina el catedrático de Inmunología de la Universidad de Valladolid y miembro de la Sociedad Española de Inmunología, Alfredo Corell. «Otros países deberían aprender de España del trabajo de los divulgadores en los medios de comunicación y redes sociales. Han supuesto una alternativa sólida y fiable a la información oficial. Se han convertido en la asesoría clave y esto no ha sido así en otros estados».
La vacunación española, un modelo de éxito
Y no sólo eso. España también ha tenido otras lecciones que dar al mundo. «Yo creo que fue un acierto que España fuera uno de los países que antes se confinó, aun teniendo menos incidencia y menos muertes en comparación con nuestros vecinos de Europa», afirma López Guerrero. «Aunque luego eso se declarara inconstitucional, creo que fue uno de los aciertos que más vidas ayudaron a salvar».
Pero de las vacunas y del avance de las campañas de vacunación provienen algunas de las enseñanzas más positivas de estos dos años de pandemia.
«La ciencia ha hecho lo que ha podido y ha corrido a una velocidad de vértigo», dice Manuel Franco. Y es cierto porque los laboratorios públicos y de la industria farmacéutica de todo el mundo se volcaron para poner a disposición de todo el mundo en un año una inmunización que hubiera tardado al menos 10 en un escenario habitual. Pero también lo es por los avances en biología del virus, en rastreo de variantes, en la búsqueda de tratamientos eficaces…
Y en la adopción de la vacuna y de las recomendaciones de los expertos y sanitarios, España sí ha sido uno de los líderes mundiales. «Estoy convencido de que la estrategia vacunal ha sido fantástica fruto de dos circunstancias fundamentales. En primer lugar, porque se ha estado vacunando, consiguiéndose cobertura elevadísima y, al mismo tiempo, se ha hecho siguiendo los criterios de vulnerabilidad, que es el elemento clave para priorizar. La alta cobertura se debe a la gran historia vacunal que hay en este país», dice el presidente de la Asociación Española de Vacunología.
Y hay consenso entre la comunidad científico-médica. «La estrategia de vacunación ha funcionado bien. Las administraciones han trabajado de forma común con una estrategia de vacunación que se basaba en criterios científicos y en la que se tomaban decisiones por consenso que se transmitían y se respetaban, pese a las rivalidades políticas que tenemos en el país», opina Cristina Avendaño.
Para Ildefonso Hernández, de España se podría imitar su trabajo constante -aunque reducido en los últimos años- en un Sistema de Salud en el que confiar. «Confianza que se traslada a las acciones sanitarias poblacionales, tal como la vacunación y otras, que en España alcanzan coberturas muy altas y de momento están a prueba de grupos minoritarios que la cuestionan», dice refiriéndose a los grupos anti vacunas.
«El SNS tiene sus grietas, pero ha aguantado como un jabato, fundamentalmente por el compromiso y la responsabilidad de unos profesionales muy cualificados», afirma García Rojas.
«España ha sido un modelo en cuanto al comportamiento de su sociedad, que en general no ha mostrado agresividad frente a las medidas y ha mostrado un admirable nivel de adherencia en el proceso de vacunación», dice Martín-Moreno. «Eso es motivo de esperanza para una población que se merece lo mejor».
Tomado de: Al Día