¿Sabes qué es el daño auditivo inducido por ruidos?

El ruido es una combinación desordenada de sonidos que produce una sensación desagradable al oído, pero como es muy difícil definir la frontera entre agradable y desagradable, la OMS determinó al ruido como un sonido molesto y desagradable.

El ruido es un fenómeno que acompaña al hombre desde que aprendió a utilizar las herramientas para trabajar. Desde la antigüedad, los herreros y trabajadores de fraguas perdían la audición debido a los ruidos constantes a los que se sometían. A finales del siglo XIX, con el advenimiento de la máquina de vapor y la iniciación de la era industrial, aparece el ruido como un importante problema de salud pública.

La referencia más antigua sobre el efecto del ruido en la audición, es una observación registrada en el siglo I de NE por Plinio el viejo en su “Historia natural”, cuando menciona que la gente que vivía cerca de las cataratas del Nilo “quedaba sorda”.

El oído humano, constituye una maravillosa combinación de elementos mecánicos y neurosensoriales, cuyo objetivo es bridarnos la información acústica más completa posible de nuestro medio ambiente. Sin embargo, hoy, los ruidos agudos intensos o repetidos, aparecen y se multiplican de un modo tan veloz que las estructuras del oído humano no han tenido aún “tiempo evolutivo” para modificarse y protegerse, quedando así el oído interno sin protección ante los mismos.

Según la OMS, el máximo de decibeles al que el ser humano puede exponerse en el día es de 55 dB y en las noches hasta 45 dB, y se consideran no aptos para habitar a aquellos lugares que exceden los 75 dB.

El ser humano debe escuchar tonos de cierta intensidad y frecuencia entre 0 dB y 27dB aproximadamente y frecuencias entre 20Hz y 20000 Hz, pero el umbral más cómodo es de 60 dB que es donde mejor se escucha la voz hablada. Todas las intensidades superiores provocan daños auditivos irreparables, comprobándose que a 80 dB de intensidad podemos estar hasta 8 horas, a 90 dB hasta 4 horas y a más de 100 dB una hora.

En la actualidad, los trabajadores de textileras, aeropuertos, ferrocarriles y todas aquellas empresas que generan altas intensidades por sus características y maquinarias (más de 120 dB) conviven con estos ruidos por más de 8 horas diarias y por periodos prolongados. Se produce lo que es conocido como el daño auditivo inducido por ruidos (DAIR), que no es más que una enfermedad profesional típica de empresas con altos niveles de ruido, patología que ha constatado un incremento notable en los últimos años.

Las Nuevas tecnologías de la Información y las Comunicaciones (NTICs) también han tenido un impacto perjudicial y son una de las causas de los D.A.I.R. Los equipos de músicas intrauriculares que están introducidos en el C.A.E., evitan la atenuación de la onda sonora y al utilizarlos a altas intensidades (más de 60 dB) llegando de forma casi directa a la membrana timpánica, son responsables del padecimiento de esta enfermedad.

Debido a su uso continuado, llegan a consulta pacientes cada vez más jóvenes con D.A.I.R, aun cuando no se encuentran en edad laboral. Si un adolescente de 10 años por un periodo de 10 años se expone a altas intensidades puede padecer de un D.A.I.R., que lo incapacitaría antes de iniciar su vida profesional. Por otra parte, la utilización de equipos de músicas particulares que sobrepasan los 99 dB en la comunidad, se vuelve una contaminación acústica que de persistir por largos periodos pude desencadenar dicha patología.

Los ruidos pueden clasificarse en:

• Continuo estable (aquel que su tiempo de duración es mayor de un segundo y se extiende por varias horas).
• Continuo fluctuante (aquel que su tiempo de duración es mayor de un segundo y se extiende por varias horas, pero con intervalos de silencio).
• Intermitente y este puede ser:
• Intermitente fijo (aquel que su tiempo de duración es menor de un segundo y se extiende por varias horas).
• Intermitente variable (aquel que su tiempo de duración es menor de un segundo y se extiende por varias horas y existen cambios de intensidad sonora).
• De impacto o impulso (aquel que su tiempo de duración es menor de de un segundo con la suficiente intensidad sonora como para generar un daño auditivo).

Como se explicó anteriormente toda persona expuesta a altas intensidades por largos periodos de tiempo pueden padecer algún DAIR, por lo que se recomienda la realización de chequeos auditivos (pesquisas) para descartar algún daño.

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