Cuando faltaban las excusas, él se las inventaba. Y ante la ausencia de razón, silenciaba toda oportunidad de diálogo con la fuerza de los puños. A ella lo que más le dolía no era el acto (ir) responsable de moretones en los ojos y magulladuras en cualquier célula de su anatomía, lo que más le dolía eran las cicatrices otras —sentimientos adentro— y el recuerdo que con ellas se despertaba.
Cifras aportadas por organismos internacionales refieren que hasta el 70 % de las mujeres experimenta violencia en el transcurso de su vida.