Puede que el origen del término aún no esté del todo claro, pero que su agente transmisor es, principalmente, el mosquito Aedes aegypti, es una absoluta certeza. Según algunas hipótesis, su nombre, se presupone, deriva de la frase Swahili (africana): “Ka dinga pepo”, que significa enfermedad causada por un espíritu o fantasma. Aunque se maneja la idea de que quizá la palabra “dinga” posiblemente provenga del castellano «dengue» para aludir a “fastidioso” o “cuidadoso”, describiendo el sufrimiento de un paciente con el típico dolor de huesos que provoca esta enfermedad.
Sí, nos referimos al dengue, causado por el mismo virus que le da nombre. Ya desde su primer registro, citado en la medicina china de los años 265 al 420, al dengue se le asociaba con los insectos. Su primer informe descriptivo data del 1789 y es atribuido al científico norteamericano Benjamin Rush, quien le concede el término “fiebre rompehuesos”, por los síntomas de mialgias y artralgias que produce.
La infección, que en sus inicios causa signos similares a los de una gripe, puede evolucionar hasta convertirse en un cuadro potencialmente mortal. Extendido en todas las regiones tropicales del planeta, la transmisión del dengue ha aumentado considerablemente en los últimos años de manera predominante en zonas urbanas y se ha convertido en un importante problema de salud pública; teniendo en cuenta que en la actualidad más de la mitad de la población mundial está en riesgo de contraer ese virus.
Su prevención y control dependen exclusivamente de las medidas eficaces de lucha contra el vector transmisor, el mosquito Aedes aegypti. Conocer la enfermedad, muchas veces subestimada por falta de percepción de riesgo, es también una manera de protegerse de las complicaciones que, si bien no son frecuentes en la mayoría de los casos, puede traer a la persona infectada. Sobre este tema Granma conversó con los doctores Osvaldo Castro y Daniel González Rubio, investigadores del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí.
“Esta enfermedad hay que verla en el contexto de al menos tres etapas diferentes. La población en general cree erróneamente que los grandes problemas están relacionados con la caída de las plaquetas y los sangrados y ello no es exactamente así”, apunta en un inicio el doctor Osvaldo Castro.
“En la primera etapa, que es la febril, las personas experimentan muchos síntomas que generan gran malestar como dolor de cabeza y detrás de los globos oculares, mucha fiebre y síntomas digestivos, dolores musculares y articulares, náuseas, vómitos, agrandamiento de ganglios linfáticos o salpullido, por ejemplo, pero no es hasta el final de la etapa febril donde se define realmente qué es lo que va a suceder”.
“Coincidiendo con la caída de la fiebre —explica el experto— aparecen lo que en la comunidad médica llamamos signos de alarma, que son los que anuncian que el paciente va a agravar”.
En ese sentido, el doctor Daniel González, señala que la población tiene que saber que el dolor abdominal intenso, mantenido, de aumento progresivo es un síntoma de agravamiento de dengue; así como los vómitos reiterados, los desmayos, las fatigas, el sangrado de las mucosas, la irritabilidad, el cansancio extremo y la caída brusca de la fiebre.
“Si somos eficientes en la identificación temprana de estos llamados signos de alarma podemos tener un tratamiento oportuno y evitar la gravedad en el dengue, condición que es absolutamente prevenible”, advierte por su parte el investigador Castro.
El dengue es padecimiento que tiene un carácter epidémico, ya que un grupo importante de casos se producen en muy corto periodo de tiempo y solo una pequeña parte es la que se va a agravar. Ante este virus la comunidad médica tiene que estar preparada y brindar tratamientos oportunos y efectivos; pero eso no es posible si la población no identifica los signos y síntomas que hacen sospechar de un dengue, y acude sin demora a las instalaciones de salud.
Si bien no existen aún vacunas contra este virus, el tratamiento para la enfermedad es sencillo, con hidratación o soluciones cristaloides (agua y sal), es decir suero fisiológico a las dosis adecuadas y en el momento oportuno para evitar las complicaciones del dengue, explicó el doctor Castro.
“La complicación más importante del dengue grave es el estado de choque, pero no por sangrado, sino por extravasación de plasma (el líquido de la sangre se escapa hacia afuera y el volumen de esta se reduce produciendo choque). Ocurre en alrededor del 95 % de las personas que agravan, y en este estado pueden ocurrir hemorragias, presentarse dificultad respiratoria u otra complicación menos frecuente, como es el daño a los órganos (encefalitis, miocarditis o daño renal), que si bien ocurre en menos del 1 % de los casos, es importante que la población lo conozca)”.
Asimismo, los especialistas explicaron que en la etapa de recuperación y convalecencia, algunos síntomas desaparecen, pero pueden quedar otras manifestaciones y persistir en el tiempo hasta tres meses después de haber padecido la enfermedad, como cansancio fácil, dolores musculares y de cabeza.
“La enfermedad no es que regrese, los pacientes no enferman dos veces del mismo serotipo. Una persona puede enfermar en su vida potencialmente cuatro veces de dengue, pues hasta donde se conoce hay cuatro serotipos de este virus que ocasionan la enfermedad. Pero estos síntomas pueden ser tan molestos que las personas regresan otra vez a los servicios de salud creyéndose nuevamente enfermos. Es una convalecencia sintomática en un número no despreciable de casos”, especificó el investigador Daniel González.
Aunque se identifican grupos vulnerables como niños, ancianos, asmáticos, personas con comorbilidades (obesos, hipertensos, diabéticos, recién operados, con problemas hematológicos) todos los grupos de edades pueden estar afectados, especifican los expertos.
Ahora bien, fiebre no es sinónimo de dengue, pues hay enfermedades que se asemejan y tienen tratamiento diferente. No obstante, ante cualquier síntoma acudir al médico es la opción más sabia y saludable; como lo es también eliminar el mosquito Aedes aegypti.
Tomado de Granma