Según la Encuesta Nacional de Ingesta Dietética Española (Enide), entre un 20 y un 30 por ciento de la población presenta ingestas inadecuadas de calcio, un porcentaje que se eleva al 82 por ciento en el caso de las mujeres de entre 45 y 64 años.
Así lo advierte Nancy Babio, presidenta del Colegio de Nutricionista de Cataluña, que recuerda la importancia de la leche y los productos lácteos en una dieta completa. “Los lácteos son alimentos muy completos y equilibrados debido a la riqueza y variedad de sus componentes nutritivos”, afirma la experta. “Son una buena fuente de calcio e incluirlos en la dieta nos ayuda a cumplir con los requerimientos diarios de este mineral”, añade.
Un vaso de leche de 250 mililitros (equivalente a una ración) contiene unos 300 miligramos de calcio, es decir, entre el 27 y el 37 por ciento del requerimiento medio estimado de calcio. Aunque hay otros alimentos, como el pescado, algunas verduras, las legumbres o los frutos secos que también aportan calcio, su aporte es inferior. Así, para ingerir la cantidad de calcio contenida en un vaso de leche, se deberían tomar casi medio kilo de espinacas o 150 gramos de almendras cada día.
Además, el calcio de los productos lácteos es particularmente biodisponible, es decir, más fácil de asimilar, por el alto contenido en lactosa, así como por la ausencia de inhibidores de su absorción. “La leche aporta proteínas de alto valor biológico y es la principal fuente dietética de calcio, no solo por su elevado contenido en este mineral sino también por su alta disponibilidad, gracias a otros componentes tales como la vitamina D o el fósforo”, explicaba el presidente de la Fundación Iberoamericana de Nutrición, Ángel Gil, con motivo de la presentación del informe La leche como vehículo de salud en la población, a principios de junio. “A estos se suma una adecuada densidad nutricional, fruto de su elevado perfil nutricional en relación al valor calórico total, lo que convierte a la leche en un alimento completo y equilibrado, fácilmente incorporable incluso a las dietas más restrictivas”, añade.
Y es que, en relación con las calorías que aporta, la leche y los productos lácteos poseen elevados niveles de nutrientes. Son fuente de vitaminas hidrosolubles B1 y B2 y liposolubles A y D. Además, aportan otros como potasio, magnesio, zinc, yodo y fósforo. En la leche también hay más de doscientos ácidos grasos distintos y, en comparación con otros alimentos, muchos de ellos son ácidos grasos de cadena corta, lo que facilita su digestibilidad.
“Gracias a todos estos nutrientes, la leche y los productos lácteos poseen unas propiedades que los convierten en parte fundamental de la dieta diaria. De hecho, otros alimentos que se utilizan como sustitutos, como la bebida de soja o la de almendras, no poseen las mismas proteínas, vitaminas y minerales que la leche”, explica Babio.
Por otra parte, la experta advierte de que los valores nutricionales y energéticos difieren mucho de un producto lácteo a otro, especialmente, existen diferencias significativas en el contenido de lactosa. “La fermentación de la leche aumenta la tolerancia a la lactosa debido a su transformación en ácido láctico. Los productos lácteos como el yogur o el queso, pueden ser consumidos por personas con intolerancia, ya que carecen o tienen cantidades muy pequeñas de lactosa”, asegura.
Cantidad diaria recomendada
Las guías alimentarias de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria aconsejan el consumo de 2-4 raciones diarias de leche o queso o yogur en los adultos; de 2 a 3 raciones en niños; de 3 a 4 en embarazadas, lactantes y adolescentes; de 3 a 4 raciones en mujeres mayores de 60 años y de 2 a 3 raciones en hombres de la misma edad.
Beneficios del consumo de leche
El informe La leche como vehículo de salud en la población, elaborado por la Fundación Española de Nutrición y la Fundación Iberoamericana de Nutrición recoge, entre otros, los siguientes beneficios para la salud asociados al consumo habitual de leche y derivados lácteos:
- Ayuda a controlar el peso en personas con obesidad.
- Favorece un mayor crecimiento y desarrollo en los niños.
- Se relaciona con una menor incidencia de diabetes tipo 2.
- Favorece el desarrollo óseo y previene la osteoporosis.
Fuente: DMedicina.com