Más de un millón de argentinos sufre esta afección, que suele aparecer después de los 40 años y puede conducir a la ceguera; en su Día Mundial, oftalmólogos instan a realizarse controles oculares periódicos.
“Siempre tuve una buena visión y por eso no me molesté en ir al oculista. Pero desde hace algunos años mi campo visual se redujo y comencé a tropezarme con cosas que no alcanzaba a ver o me chocaba la cabeza con cosas que no veía a mi lado”, relató Carlos Mujica, un empresario de 48 años.
El diagnóstico médico que recibió a los pocos meses fue claro: glaucoma [de ángulo abierto]. Y la explicación de su oculista fue simple: “Es como si estuvieses viendo a través de un túnel. Perdiste parte de tu visión lateral [periférica]”.
Con el tiempo, la visión central (hacia al frente) también puede disminuir hasta que se pierde por completo, ya que es una enfermedad que no tiene síntomas, no causa dolor y algunas veces, termina en una ceguera irreversible.