El yoga, como técnica comparable a los estiramientos tradicionales pero aparentemente mejor organizada y más completa, puede ayudar a poner a punto el cuerpo, incluyendo el cerebro, y esto se ha comprobado ahora en una investigación realizada por el equipo de Neha P. Gothe, profesora de kinesiología (la ciencia de las terapias orientadas a restablecer la normalidad de los movimientos del cuerpo humano) en la Universidad Estatal de Wayne en Detroit, Estados Unidos.
on Gothe, han trabajado en la investigación Arthur F. Kramer, del Departamento de Psicología en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, Estados Unidos, así como Edward McAuley, del Instituto Beckman de Ciencia y Tecnología Avanzadas, un centro dependiente de la Universidad de Illinois. La investigación se ha realizado con el apoyo del Instituto Nacional del Envejecimiento, uno de los Institutos Nacionales estadounidenses de Salud.
Los resultados del estudio se han publicado en The Journals of Gerontology, el conjunto decano de revistas académicas sobre geriatría en Estados Unidos, cuya publicación se inició en 1946 y que edita la Gerontological Society of America (Sociedad Gerontológica de Estados Unidos), fundada en 1945.
La investigación se hizo sobre 108 sujetos de estudio, con edades entre 55 y 79 años y con un estilo de vida sedentario. De estas personas, 61 recibieron clases de yoga, concretamente de la modalidad conocida como Hatha. Lo hicieron tres veces por semana durante ocho semanas. Los otros recibieron clases en igual cantidad y con igual duración, pero en vez de yoga estuvieron dedicadas a estiramientos y ejercicios de tonificación convencionales.
Al final del periodo de ocho semanas, el grupo que practicó yoga fue más rápido y preciso en pruebas destinadas a evaluar la memoria, la flexibilidad mental y la habilidad para cambiar de una tarea a otra, en comparación con su desempeño antes del citado periodo. El grupo que recibió clases de estiramientos y ejercicios de tonificación no obtuvo cambio significativo alguno en el desempeño cognitivo tras dicho periodo. Las diferencias observadas entre ambos grupos no fueron consecuencia de diferencias en la edad, sexo, nivel social u otros factores demográficos.
Los participantes del grupo que practicó yoga mostraron mejoras significativas en la capacidad de memoria de trabajo. Un ejemplo de uso de la memoria de trabajo es cuando recordamos durante unos instantes, sin necesidad de tomar nota, un número telefónico que no sabíamos y que nos acaban de decir. Gracias a la memoria de trabajo podemos teclear directamente ese número telefónico sin tener que apuntarlo primero. Esta clase de memoria la solemos usar de manera cotidiana a diario, no solo en el puesto de trabajo sino también en las labores domésticas. Los integrantes del grupo de yoga realizaron la tarea de prueba con mayor rapidez y precisión, sin distraerse ante los estímulos del entorno a los que no debían prestar atención.
Tal como admiten los autores del estudio, se necesita investigar más para respaldar debidamente los resultados de este estudio pionero y para desvelar el mecanismo exacto por el que el yoga induce esos efectos beneficiosos en el cerebro.
Fuente: NCYT