De forma realmente parecida a la ciencia ficción, un equipo de investigadores del Instituto de Investigación Scripps (TSRI) de La Jolla, California, ha creado una bacteria completamente nueva basada en una estructura genética que no se encuentra en ningún otro lugar del planeta.
Según el investigador líder, Floyd Romesberg, la proeza conllevó modificar artificialmente una combinación exclusiva de material de ADN (una combinación que no halla en ningún ser viviente) y entonces insertarla con éxito en una célula viva que por lo general solo contiene combinaciones naturales de ADN.
“La vida en la Tierra en toda su diversidad está codificada en solo dos pares de base de ADN, la A-T y la C-G”, explicó Romesberg en un comunicado de prensa del instituto. “Y lo que hemos creado es un organismo que contiene de forma estable esas dos bases, más un tercer par no natural de bases”.
“Esto demuestra que hay otras soluciones posibles para almacenar la información [genética]”, añadió, “y por supuesto, nos acerca a una biología de ADN ampliada que tendrá muchas aplicaciones emocionantes, desde nuevos medicamentos a nuevos tipos de nanotecnología”.
Romesberg y sus colaboradores discuten su trabajo, que fue financiado en parte por los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU., en la edición en línea del 7 de mayo de la revista Nature.
El esfuerzo actual es fruto de más de 15 años de investigación, y amplía un estudio de prueba de concepto llevado a cabo en 2008. En ese momento, los investigadores habían mostrado que era posible vincular pares de ADN natural y no natural en un tubo de ensayo.
El siguiente desafío era replicar el proceso en una célula viva. La célula elegida por el equipo del TSRI fue la bacteria común E. coli, en la cual insertaron lo que consideraron que era el mejor par de ADN no natural que pudieron crear: una combinación de dos moléculas llamadas “d5SICS” y “dNaM”.
Tras resolver una serie de problemas técnicos altamente complejos, los autores del estudio finalmente alcanzaron su meta: crear un organismo medio sintético que pudiera realmente replicar su ser antinatural siempre que los científicos le proporcionaran continuamente el material molecular necesario.
Romesberg apuntó que, en principio, el trabajo de alto concepto de su equipo tiene un fin muy práctico: obtener un “poder más grande que nunca” para crear nuevos tratamientos aprovechando el poder de la genética.
Fuente: MedlinePlus