Comportamientos que se adoptan en la adolescencia, como fumar, ser sedentario, mantener relaciones sexuales sin protección, consumir alcohol o realizar actividades de riesgo sin tomar las medidas de seguridad adecuadas, pueden pasar factura en la adultez.
De hecho, las enfermedades crónicas, como las cardiovasculares, las patologías respiratorias y la diabetes mellitus tipo 2, que resultan de unos malos hábitos de salud, son consideradas ya una epidemia en las sociedades actuales. De ahí que, para para prevenir enfermedades crónicas en el adulto, sea tan importante establecer hábitos saludables en la adolescencia. Y es ahí donde los padres tienen un papel clave, pero también la sociedad y el entorno escolar. En este artículo se describe la función protectora de un estilo de vida saludable y cuáles son las particularidades que caracterizan a los adolescentes para poder guiarles.