Boca y lengua pastosa, digestiones difíciles y pesadas, náuseas, alteración del ritmo intestinal con tendencia al estreñimiento, mal aliento,… Son algunos síntomas comunes en personas que tienen dislipemias, es decir, sus niveles de lípidos plasmáticos alterados. La causa, en muchos casos, está en una disfunción hepática, y es por ahí por donde conviene comenzar a tratar el problema. La consecuencia es la elevación del colesterol, de los triglicéridos o de las enzimas hepáticas.