El gen mcr-1, que ayuda a las bacterias a resistir a la colistina, uno de los pocos antibióticos de último recurso que aún funciona, ha llegado a los hospitales de todo el mundo. Gracias a una nueva investigación, ahora tenemos más pruebas acerca de su origen, informa el portal Science Alert y citado por Russia Today.
Si bien los expertos ya habían pensado anteriormente que el gen, que apareció por primera vez en 2005, se desarrolló en las granjas porcinas chinas debido a su amplio uso de colistina en los animales, este último estudio ofrece más evidencias que respaldan esta idea.
Así, al secuenciar los genomas de 110 cepas bacterianas y compararlos con los datos genómicos existentes, un grupo de científicos británicos ha identificado un gran conjunto de datos de 457 secuencias positivas del genoma mcr-1 tomadas de humanos y animales de granjas distribuidas en los cinco continentes.
Esto les permitió determinar exactamente que el mcr-1 surgió en China y les mostró cómo se extendió a nivel mundial uniéndose a varios patógenos bacterianos al “hacer autostop” en los diferentes elementos genéticos móviles.
“La velocidad a la que se propaga el mcr-1 en todo el mundo es realmente impactante“, dice Francois Balloux, investigador principal de este proyecto de la University College de Londres (Reino Unido).
Aunque no hay nada bueno sobre el aumento del mcr-1 y la resistencia a los antibióticos en general, las técnicas de análisis genético utilizadas en esta investigación podrían ayudar en el futuro a los científicos a manejar mejor la propagación de superbacterias.
Ahora que se ha podido rastrear cómo se propaga el mcr-1, podríamos prepararnos mejor para el próximo gen de resistencia antimicrobiana, esperan los investigadores. Eso conllevará un esfuerzo mundial y mucha cooperación entre países, señalan.
A medida que los hospitales continúan luchando contra el aumento de las superbacterias y los expertos advierten que la situación empeorará gradualmente, los científicos siguen luchando por mejorar los medicamentos para enfrentar el desafío. La secuenciación del ADN podría ser una forma de hacerlo.
“Dada la escasez de nuevos antibióticos en el segmento, nuestra mejor esperanza para evitar la actual crisis de salud pública es mejorar la administración de los medicamentos existentes, aprovechando el potencial de la secuenciación del genoma bacteriano y traducirlo en herramientas mejoradas de vigilancia y diagnóstico”, explica Balloux .