El trabajo de cuidados, tanto remunerado como no remunerado, es de vital importancia para la sociedad. El crecimiento de la población, el envejecimiento de las sociedades, las modelos de familia cambiantes, el lugar todavía secundario de las mujeres en los mercados de trabajo y las deficiencias en las políticas sociales exigen que los gobiernos, los empleadores, los sindicatos y los ciudadanos adopten medidas urgentes en lo que respecta a la organización del trabajo de cuidados.
Si no se afrontan de manera adecuada, los déficits actuales en la prestación de servicios de cuidado y su calidad crearán una grave e insostenible crisis del cuidado a nivel mundial y aumentarán más aún la desigualdad de género en el trabajo.
El trabajo de cuidados comprende dos tipos de actividades superpuestas: las actividades de cuidado directo, personal y de relación, como dar de comer a un bebé o cuidar de un cónyuge enfermo; y las actividades de cuidado indirecto, como cocinar y limpiar.
El trabajo de cuidados no remunerado consiste en la prestación de cuidados por parte de cuidadoras y cuidadores no remunerados sin recibir una retribución económica a cambio. La prestación de cuidados no remunerada se considera un trabajo, por lo que es una dimensión fundamental del mundo laboral.
El trabajo de cuidados remunerado lo realizan trabajadores y trabajadoras del cuidado a cambio de una remuneración o beneficio. Estos comprenden una gran diversidad de trabajadores de los servicios personales, como el personal de enfermería, el personal médico, y los trabajadores y trabajadoras del cuidado personal. Las trabajadoras y trabajadores domésticos, que prestan cuidados tanto directos como indirectos en los hogares, también integran la fuerza de trabajo dedicada a la prestación de cuidados.
Consciente de la necesidad de invertir en la economía del cuidado y de crear sistemas del cuidado y apoyo que sean sólidos, resilientes, sensibles a las cuestiones de género y de edad e inclusivos de la discapacidad y que respeten plenamente los derechos humanos con miras a reconocer, reducir, valorar y redistribuir el trabajo de l cuidado y doméstico y el apoyo no remunerados, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió proclamar el 29 de octubre como Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo.
Es necesario reconocer y valorar el trabajo del cuidado y a los cuidadores como trabajadores esenciales. Se deben adoptar también medidas que combatan los estereotipos de género relacionados con los cuidados y el apoyo, así como los relacionados con la raza, el origen étnico, la edad o el estatus migratorio, para reducir la segregación ocupacional en el trabajo del cuidado.
En reciente sesión del 61.º Consejo Directivo de la Organización Panamericana de la Salud se aprobó una nueva Política sobre cuidados a largo plazo, la cual insta a los países a invertir en un mayor acceso a estas atenciones y a los servicios de prevención de la discapacidad a lo largo del curso de vida.
“La creciente demanda de cuidados a largo plazo representa un desafío significativo para los sistemas de salud y protección social en la Región de las Américas”, dijo James Fitzgerald, director de Sistemas y Servicios de Salud de la OPS. “Esta política proporciona un marco estratégico para garantizar que los países estén preparados para satisfacer estas necesidades a través de servicios de cuidados a largo plazo sostenibles y equitativos”.
La Poltíca recién aprobada reconoce las importantes contribuciones de los cuidadores no remunerados, predominantemente mujeres, que proporcionan la mayoría de los cuidados a largo plazo en la Región. Se insta a un reconocimiento formal, apoyo y capacitación para estos cuidadores, así como a esfuerzos para reducir la carga de los cuidados, permitiéndoles participar más plenamente en el mercado laboral.
El año pasado la OPS publicó el informe La situación de los cuidados a largo plazo en América Latina y el Caribe con el objetivo de perfilar el conocimiento actual disponible sobre la situación de la salud y el envejecimiento de las personas mayores en la Región de las Américas al comienzo de la Década del Envejecimiento Saludable 2021-2030.
En este informe se brinda información actualizada sobre la situación de los cuidados a largo plazo en la región de América Latina y el Caribe, de la carga y los efectos de la dependencia de cuidados, así como de los sistemas y servicios de cuidados a largo plazo que existen en la actualidad.
Ante tal realidad, este informe detallado permitirá fundamentar el diseño de estrategias encaminadas a formalizar esta dimensión de la atención de salud de las personas, partiendo de la idea de que establecer sistemas nacionales de atención a largo plazo resulta fundamental para proteger y promover los derechos, la dignidad y el bienestar de las personas mayores en situación de dependencia de cuidados y de sus cuidadoras y cuidadores.
Entre las personas que asumen ese cuidado muchas veces aparece una serie de síntomas que dan lugar al síndrome del cuidador quemado. Este síndrome se caracteriza por la presencia de estrés, ansiedad, depresión, irritabilidad, insomnio, dificultad de concentración, apatía, pérdida de apetito, cefalea, o abuso de sustancias nocivas, entre otros. Estas personas tienen sentimiento de culpa, dejan de lado sus actividades de ocio y diversión, así como a sus amigos, para dedicarse plenamente a la tarea del cuidado; manifiestan también tristeza y tensión ambiental, son incapaces de relajarse y pueden presentar un aislamiento social y sentimiento de soledad.
Recomendamos la presentación de un caso característico del síndrome del cuidador quemado publicado en la Revista Clínica de Medicina de Familia, de España:
Fuente: Infomed – 3 octubre 2024