Con el propósito de concientizar acerca de la importancia del funcionamiento de la tiroides y su impacto sobre la salud, cada 25 de mayo se celebra el Día Mundial de la Tiroides, fecha propuesta por varias asociaciones internacionales.
Esta glándula endocrina, ubicada en la parte anterior del cuello, tiene como función la producción de las hormonas T3 y T4, sustancias químicas que circulan a través del torrente sanguíneo y que contribuyen al correcto desempeño del organismo.
La doctora Silvia Elena Turcios Tristá, investigadora del Instituto de Endocrinología y presidenta de la Sociedad Cubana de Endocrinología y Diabetes, dijo que las enfermedades de esta glándula son relativamente frecuentes en Cuba y el mundo, siendo los nódulos del tiroides una de las cinco primeras causas de atención en consultas de Endocrinología, al registrarse en más de un 60 por ciento de las personas de la tercera edad.
Los trastornos de funcionamiento más comunes, aunque con baja prevalencia en la población, son el hipertiroidismo, por un exceso de hormonas tiroideas, y el hipotiroidismo, ocasionado por la producción de una menor cantidad de hormonas.
El cáncer es de los padecimientos infrecuentes, solo se registra en uno de cada cien pacientes con una enfermedad nodular y mantiene una baja mortalidad y buen pronóstico de sobrevida.
La también especialista en segundo grado en Endocrinología, expresó que taquicardias, pérdida de peso, piel caliente y sudorosa, temblores, insomnio, enfermedad ocular, diarrea e intolerancia al calor resultan sintomatologías del hipertiroidismo.
Mientras que el hipotiroidismo produce síntomas contrarios, es decir, pulso lento, aumento de peso, piel seca, estreñimiento e intolerancia al frío, entre otros, manifestó.
Igualmente, acotó que cualquiera de las disfunciones puede ser consecuencia de una enfermedad autoinmune del tiroides, que en el caso del hipotiroidismo la más frecuente es la tiroiditis de Hashimoto, la cual provoca que los anticuerpos destruyan la glándula y aparezca la enfermedad de forma paulatina.
Los nódulos ya sean benignos o malignos requieren de seguimiento y se llega a cirugía teniendo en cuenta los criterios de crecimiento progresivo, síntomas de compresión, sospecha de ser maligno o por estética, al ser el proceder quirúrgico la última opción por las complicaciones asociadas a esta terapéutica,.
De igual forma, mencionó que en Cuba se logró reducir la prevalencia de desórdenes asociados al déficit de yodo, después de la yodación de la sal común como parte del Programa Nacional de Yodación de la sal que comenzó en 2001, modificación que también tuvo su impacto en la incidencia del hipotiroidismo congénito.
En relación con este padecimiento, la profesora e investigadora auxiliar del Instituto de Endocrinología acotó que a partir de 1986 existe un Programa Nacional de Detección Precoz del Hipotiroidismo Congénito, a través del cual se han identificado, desde la introducción del pesquisaje neonatal, 962 casos con la enfermedad, siendo la causa de retraso mental más prevenible.
Las enfermedades de la tiroides tienen un componente genético y ambiental, por lo que si alguien manifiesta los síntomas antes mencionados o un aumento del volumen en la zona del cuello debe acudir al médico de la familia y de ser necesario este lo remitirá al endocrinólogo del municipio o a la institución hospitalaria que le corresponde.
A su vez, los endocrinólogos de las áreas también podrán remitir al paciente al Instituto de Endocrinología, según la necesidad de una atención más compleja.
En dependencia del trastorno deben adaptarse estilos de vida, alimentación y tratamientos farmacológicos y radiactivos, que garantizan mayor calidad de vida tanto en tiempos normales como durante la pandemia de la COVID-19.
Al respecto, un comunicado de la Asociación Latinoamericana del Tiroides advirtió que no se conoce que la enfermedad tiroidea esté asociada con un mayor riesgo de infecciones virales en general y no existe evidencia de que los pacientes positivos al SARS-CoV-2 tengan una evolución diferente.
No obstante, aquellos con cáncer de tiroides avanzado, con metástasis a distancia o en terapia sistémica y / o radioterapia externa sí pueden considerarse como de riesgo al padecer la COVID-19; y se recomienda que quienes tienen una evolución favorable pospongan las consultas.
Además, plantea atrasar procedimientos como la biopsia con aguja fina de nódulos tiroideos, la cirugía de tiroides y la terapia de yodo radiactivo por los peligros que supone el entorno hospitalario; y en el caso de los pacientes que han recibido radioterapia externa deben incrementar las medidas de protección, pues el tratamiento puede disminuir su respuesta inmune.
Tomado de: MINSAP
Diseño de post: Lic. Lisset Domínguez Valdivia.