“Aunque haya vacunas de otros países, nosotros necesitamos la nuestra, para tener soberanía”, dijo a los científicos cubanos el presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez el 19 de mayo de 2020.
En menos de dos meses se cumplirá un año de aquel llamado. Ya desde antes de ese día, los grupos de vacuna estaban reunidos, a nivel de centros científicos. Indagaban, estudiaban, buscaban la más mínima actualización y nueva evidencia de aquel virus desconocido, que ponía y aún mantiene en jaque a la humanidad.
No fue una orden, no fue una sugerencia. Fue un desafío, un clamor hacia la ciencia cubana para que hiciera lo que mejor sabe hacer: velar y cuidar la salud y la vida de su pueblo.
Soberanía en el diseño y fabricación de nuestros propios candidatos vacunales. A ello apostó la estrategia cubana de búsqueda de un candidato vacunal específico contra la COVID-19. Casi un año después, Cuba tiene no uno, sino cinco posibles inmunógenos en diferentes fases de desarrollo clínico con muy buenos resultados. La ruta de la inmunización de la población cubana ya está trazada.
Leer más: Cubadebate