La enfermedad renal es una enfermedad no transmisible (ENT) y actualmente afecta a alrededor de 850 millones de personas en todo el mundo. Uno de cada diez adultos padece enfermedad renal crónica (ERC). La carga global de ERC está aumentando y se prevé que se convierta en la quinta causa más común de años de vida perdidos en todo el mundo para 2040. La ERC es una causa importante de gastos catastróficos para la salud.
Ser diagnosticado con enfermedad renal puede ser un gran desafío, tanto para el paciente como para las personas que lo rodean. Su diagnóstico y manejo, particularmente en las etapas avanzadas de la enfermedad, impacta severamente en sus vidas al reducir su capacidad, y la de sus familiares y amigos, para participar en actividades cotidianas como el trabajo, los viajes y la socialización, al tiempo que causa numerosos efectos secundarios problemáticos, por ejemplo, fatiga, dolor, depresión, deterioro cognitivo, problemas gastrointestinales y problemas para dormir.
El status quo actual en el manejo y tratamiento de la enfermedad renal tiene como objetivo prolongar la longevidad preservando, restaurando o sustituyendo la función renal y brindando alivio de la insuficiencia renal independientemente de la eficacia para el manejo general de la enfermedad renal. Este enfoque centrado en la enfermedad puede ser inadecuado ya que no refleja satisfactoriamente las prioridades y valores de los pacientes. Las personas que viven con enfermedad renal tienden, sobre todo, a querer poder vivir bien, mantener su rol y funcionamiento social, manteniendo al mismo tiempo una apariencia de normalidad y una sensación de control sobre su salud y bienestar.
El enfoque del status quo también disminuye la participación de los pacientes en el manejo y tratamiento de su enfermedad. Esto, a su vez, lleva a que perciban con frecuencia el tratamiento como algo impuesto y fuera de su control. Para que los pacientes tengan una actitud más positiva, estén más comprometidos y apegados a su tratamiento y, por lo tanto, mejoren los resultados clínicos, deben sentir que sus síntomas se manejan de manera efectiva y estar intrínsecamente motivados para convertirse en participantes activos en su tratamiento. Garantizar la participación en la vida es igualmente importante tanto para los pacientes como para sus cuidadores, en lugar de sentirse consumidos y constreñidos por el enfoque actual para tratar la enfermedad renal.
El Comité Directivo del Día Mundial del Riñón ha declarado al 2021 como el año de “Vivir bien con la enfermedad renal”. Esto se ha hecho para aumentar la educación y la conciencia sobre el manejo eficaz de los síntomas y el empoderamiento del paciente, con el objetivo final de fomentar la participación en la vida. Si bien las medidas eficaces para prevenir la enfermedad renal y su progresión son importantes, los pacientes con enfermedad renal, incluidos los que dependen de la diálisis y el trasplante y sus cuidadores, también deben sentirse apoyados, especialmente durante las pandemias y otros períodos difíciles, por los esfuerzos concertados de comunidades de atención renal.
Tomado de: Infomed