En Cuba ningún niño ni adolescente ha fallecido a consecuencia de la COVID-19. Sin embargo, desde hace casi un año, han sido diagnosticados con la enfermedad más de 6 300; solo en las últimas 48 horas se contabilizan 270 nuevos casos en edades pediátricas, según aseguró este martes la doctora Lissette López González, jefa del Grupo Nacional de Pediatría, durante un nuevo encuentro del Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, con científicos y expertos que trabajan en el enfrentamiento a la epidemia.
Al evaluarse en esta oportunidad el manejo a los convalecientes del nuevo coronavirus y el seguimiento a posibles secuelas, la especialista destacó que en esta tercera ola de contagios ha sido significativo el número de pacientes pediátricos que han requerido cuidados intensivos: 51, entre graves y críticos. Nuestro protocolo, dijo, ha demostrado robustez y ha sido muy previsor, porque inicia en la atención primaria de Salud y termina en ella, con la recuperación y la reinserción social, de una manera eficiente, de todos nuestros niños y adolescentes.
Al referirse a las secuelas en la salud mental de esos pacientes, López González explicó que de los 1 289 que se han estudiado, poco más del 32% desarrolló conductas de riesgo al enfermar, como el sobreconsumo de tecnologías, comportamientos rebeldes y desafiantes, voluntarismo, exceso de apego, irritabilidad, miedos y pesadillas.
Otro 14,1% tuvo alguna sicopatología a partir del evento de enfermar de la COVID-19, entre ellas trastornos por ansiedad de separación, depresión, fobias, pánicos y tics transitorios. Con la intervención terapéutica rápida, aclaró la doctora, estos problemas han sido revertidos y no han quedado secuelas sicológicas permanentes.
Desde el punto de vista biológico también se han determinado impactos del SARS-CoV-2 en la salud de infantes y adolescentes. “Rompiendo los mitos iniciales, los niños sí se enferman y sí arrastran síntomas en el tiempo”, afirmó la jefa del Grupo Nacional de Pediatría, quien ejemplificó con un estudio realizado en Villa Clara que arrojó afecciones cardiovasculares en más del 20% de los casos evaluados.
En esa investigación, aseveró, se detectaron miocarditis, pericarditis, derrames y alteraciones del ritmo cardiaco en niños convalecientes de la COVID-19. Además, en otros pacientes pediátricos del país se han reportado problemas de presión arterial, afecciones neurológicas, decaimiento como síntoma recurrente en un número considerable de casos, daños respiratorios, renales y hematológicos. Todos estos con un seguimiento estricto por el sistema de Salud Pública.
En Cuba, reseñó, tuvimos un niño con Síndrome Inflamatorio Multisistémico que evolucionó favorablemente; dos casos de Enfermedad de Kawasaki, asociada a la COVID-19, con buenos progresos también; y una adolescente con Síndrome Hemofagocítico, vinculado igualmente al nuevo coronavirus, que tuvo una disfunción orgánica severa pero ya se va recuperando.
La especialista aprovechó este espacio en el Palacio de la Revolución con el Presidente de la República, el Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz, y el viceprimer ministro Roberto Morales Ojeda, para alertar sobre los lactantes que se han contagiado con la COVID-19. Ser lactante, aseveró, tiene un riesgo tan exacerbado como ser anciano.
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