por Sandra Huenchuan
Cuba es el país más envejecido de la región, con un perfil demográfico similar al de los países europeos: una tasa global de fecundidad que comenzó a descender en la década de 1970, un porcentaje elevado de personas mayores y una población total con crecimiento negativo desde 2017. Exhibe indicadores de salud que son ejemplo para el mundo, tiene un sistema de salud universal y se adelantó 15 años en la meta de salud para todos para el año 2000. En este escenario, se esperaba que el país fuera uno de los mejor preparados de la región para responder a la pandemia de COVID-19, pese a que se trataba de un desafío inédito para todo el mundo.
A casi ocho meses de iniciada la pandemia, la mayor de las Antillas ha confirmado con creces que, efectivamente, sus fortalezas en materia de salud fueron un pilar fundamental para encontrarse hoy entre los países que mejor han sabido lidiar con la situación. Pero también ha demostrado que ello debe ir acompañado de otro abanico importante de medidas económicas, sociales, de movilidad y telecomunicaciones, entre otras, que alienten a la población a seguir las acciones preventivas orientadas a limitar la expansión del virus. A ello se sumaron robustos sistemas de vigilancia epidemiológica y de estadística que ofrecen información cotidiana de manera clara, directa y accesible a la población.
Más allá de todo, hay algo en la sociedad cubana que hizo que la pandemia se enfrentase de manera diferente: su resiliencia, su capacidad de levantarse frente a la adversidad. La isla suele enfrentarse con frecuencia a distintos fenómenos naturales adversos en un marco de bloqueo económico, pero tiene la capacidad de resistir y recuperarse, y ello no solo está relacionado con la eficacia de los sistemas de prevención y mitigación de tales fenómenos, sino que se vincula, ante todo, con una de las prioridades éticas que sustenta el Gobierno: defender la vida del pueblo con la solidaridad y el empeño de todos.
Durante estos meses de la pandemia de COVID-19, el principal mensaje que ha recibido la población por parte de sus autoridades ha sido el de defender la vida, y ello no constituye únicamente una expresión retórica, sino un principio del Estado en acción que, a diferencia de lo ocurrido en otros lugares del mundo, ha logrado la plena incorporación de las personas mayores. Continuar Leyendo
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