Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas
En la pandemia, la ciencia es la protagonista, y la confianza en ella es la lección que hemos aprendido: necesitamos de ambas para vencer al virus. La comunidad científica ha desarrollado vacunas seguras y eficaces en tiempo récord. El acceso a información fiable y verificable supone la diferencia entre la vida y la muerte. La acción con base empírica también es crucial en nuestra respuesta al problema de las drogas.
El problema mundial de las drogas sigue siendo un desafío urgente que puede agravar los efectos de la pandemia y dificultar una recuperación saludable e inclusiva. En el Informe mundial sobre las drogas de 2021 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito se indica que, en la última década, las muertes atribuidas a trastornos relacionados con el consumo de drogas se han prácticamente duplicado. A nivel mundial, el número de nuevas infecciones por el VIH en personas adultas ha disminuido en los últimos años, pero no entre quienes se inyectan drogas, que, en 2019, representaron el 10 % de las nuevas infecciones.
La cooperación internacional ha contribuido a limitar la proliferación de nuevas sustancias psicoactivas, pero el problema se está trasladando a las regiones más pobres, donde los sistemas de control son más débiles. La venta de drogas en la web oscura sigue aumentando, y el uso con fines no médicos de productos farmacéuticos, incluidos los opioides, se está extendiendo.
El tráfico de drogas y la delincuencia organizada alimentan y perpetúan los ciclos de violencia y conflicto. Los grupos armados y los terroristas se benefician del comercio de drogas ilícitas, y las repercusiones económicas de la pandemia de COVID-19 han dejado a millones de personas aún más vulnerables a los delitos relacionados con las drogas y los cultivos ilícitos.
Las disparidades en el acceso a los medicamentos fiscalizados esenciales en los países de ingreso bajo y mediano se han acentuado aún más durante la pandemia. En 2019, por ejemplo, los profesionales médicos de África Occidental y Central disponían de cuatro dosis diarias de analgésicos para un millón de habitantes; en América del Norte, el número de dosis era de casi 32.000.
La inversión en medidas de prevención equilibradas, así como en el control del consumo de drogas y de los trastornos relacionados con el consumo de drogas, produce sólidos beneficios: vidas salvadas, poblaciones más sanas, aumento de la participación y la productividad de la fuerza de trabajo, y reducción de los costes de la justicia penal.
Muchos de los factores de riesgo asociados a la delincuencia y a los comportamientos violentos impulsan también el consumo de drogas, y las iniciativas centradas específicamente en estas dinámicas superpuestas
—como el maltrato infantil y la falta de apoyo social— pueden contribuir a mejorar la prevención.
Además, los estudios indican que las fuerzas del orden y la policía deben perseguir a los delincuentes de los niveles superiores de la cadena del narcotráfico, quienes son los que obtienen los mayores beneficios y ejercen la mayor violencia.
Las alianzas público-privadas —con empresas tecnológicas, servicios postales y de mensajería, y empresas de transporte— constituyen una respuesta de primera línea esencial en la nueva lucha contra los narcotraficantes, que se aprovechan cada vez más del comercio legal de mercancías y de los servicios postales para trasladar su producto ilícito.
El hecho de disponer de mejores datos ayuda también a detectar tendencias y a controlar en tiempo real los rápidos cambios en las rutas de tráfico. Los sistemas de alerta temprana basados en la ciencia están ayudando a predecir las nuevas amenazas de las drogas. Hace falta más cooperación y apoyo a nivel internacional para ayudar a los países de ingreso bajo a aprovechar estas capacidades avanzadas.
El tema del Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas de este año, a saber, “Hablemos de drogas, la información salva vidas” es un llamamiento a la solidaridad. Insto a todos los Estados Miembros a que presten atención a la ciencia y tomen medidas, basándose en los marcos internacionales acordados y aprovechando el apoyo que las Naciones Unidas prestan en pro de la salud y la justicia.