En la intoxicación, las diferencias farmacológicas entre los diversos tipos de antagonistas del calcio tienden a desaparecer, y el cuadro clínico está dominado por alteraciones hemodinámicas, trastornos del ritmo cardíaco y alteraciones extravasculares.
La vasodilatación generalizada y la disminución de la contractilidad cardíaca conducen a una situación de shock mixto grave y a menudo muy resistente al tratamiento. Constituye la principal causa de muerte.
La bradicardia empeora el cuadro de shock e impide que un ritmo cardíaco más rápido pueda compensar, ni siquiera parcialmente, el bajo gasto cardíaco y la mala perfusión tisular. Ésta provoca acidosis metabólica con aumento de la lactacidemia. La acidosis dificulta la acción de las catecolaminas y de otros fármacos vasopresores cuando se trata el shock, y se cierra un círculo vicioso difícil de romper.
El shock puede generar insuficiencia renal aguda, empeorar la insuficiencia renal crónica previa y dar lugar a episodios de isquemia arterial periférica, síndrome coronario agudo, isquemia arterial mesentérica o accidente vascular cerebral en pacientes con lesiones subyacentes en estos territorios.