Pujol se bajó del jeep para intentar protegerlo gritándole “cobarde” a Salas Cañizares y se desató el pandemónium:
“Los matones escoltas de Salas golpearon brutalmente a Pujol, que cayó inconsciente en la acera […] adonde fue Salas y le ametralló toda la espalda con una ráfaga larga. Se viró para donde estaba Frank y le tiró los últimos proyectiles que le quedaban y mientras colocaba otro cargador le ordenó a […] los demás asesinos que le tiraran a Frank, quien cayó boca abajo al recibir los múltiples impactos. Volvió Salas sobre sus pasos hacia el Callejón del Muro y ametralló en el suelo y por la espalda el cuerpo inerte de Frank País” (Cuza, 2017).
El cuerpo del héroe tenía un balazo en la nuca, varios en el costado y brazo derechos, otro en la mano izquierda; en total, 22 con 36 perforaciones. Al final colocaron la pistola junto a su cuerpo, para que pareciera que se habían visto obligados a defenderse. “Esa misma tarde los dueños de los almacenes y la gente de la resistencia cívica empezaron para llamarme para decirme que la gente quería cerrar y hacer una huelga; los patrones y los obreros, todo el mundo. Ahí sí es verdad que todo el mundo se puso de acuerdo, y empezaron a cerrar”, narró Vilma Espín, ya entonces coordinadora del Movimiento 26 de Julio en la provincia de Oriente (Hart, 2006: 151).
Rosario reclamó el cadáver y fue tendido en la casa de su novia, América Domitro. En la madrugada lo vistieron con el uniforme verde olivo y el brazalete del Movimiento 26 de Julio. Le colocaron una rosa blanca sobre la boina y los grados de tres estrellas correspondientes al plan de los nuevos grados que él estaba elaborando para someter a la aprobación de Fidel.