Que el tabaco daña la salud—en tanto es uno de los principales factores de riesgo para las enfermedades crónicas no transmisibles, como el cáncer y las cardiovasculares—; que el aborto espontáneo, el parto prematuro, el bajo peso al nacer, la muerte súbita del lactante o las afectaciones al desarrollo del feto, entre otras, conforman la larga lista de perjuicios que trae el consumo del mismo, es información que una y otra vez se reitera. Y aun así, sigue siendo la causa fundamental de defunción prevenible en todo el mundo, pues mata a la mitad de sus consumidores.
Aproximadamente cada una hora mueren dos personas en nuestro país debido a enfermedades atribuibles al consumo del tabaco. Unas 1 500 fallecen cada año por estar expuestas al humo del tabaco ajeno, según estadísticas de la Unidad de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades.