Hace diecisiete años, un brote de un virus cuyas secuencias de ARN se parecen mucho a las de un virus que circula silenciosamente en murciélagos, el llamado “SARS-CoV”, causó un síndrome respiratorio agudo severo con una tasa de mortalidad del 9 al 11%.
Unos años más tarde (2012), el coronavirus del síndrome respiratorio de Oriente Medio, el llamado “MERS-CoV”, tuvo una tasa de mortalidad del 34%. Para ambos virus, la edad y las afecciones coexistentes, como diabetes o enfermedad cardíaca, fueron predictores independientes de resultados adversos. Leer más